sábado, 29 de septiembre de 2012

Pibe de Harvard

Sigo con la seguidilla de comentarios sobre Cristina en Harvard.

Cuando esuché la respuesta de Cristina al pibe que preguntó sobre el "cepo cambiario", me dio pena por el pibe. Me dio pena por dos motivos. Uno, porque creo que se debe haber dado cuenta de que utilizar la expresión "cepo cambiario" fue un error que lo dejó mal parado. La misma pregunta con la expresión "control de cambios" hubiese sido mucho más efectiva. Pero lo que me más  me quedé pensando es que el pibe se iba a quedar con miedo, porque Cristina se ofendió y lo agredió. Me imagino que para un pibe joven que está acostumbrado a los modales cordiales y rutinarios de la academia norteamericana, ese trato lo debe haber golpeado. Pero más que eso, y a esto voy, el pibe debe haber pensado: "¿y ahora qué pasa si voy a Argentina?".

La Argentina se está moviendo en una dirección respecto de la libertad de expresión que no es la del liberalismo clásico. En Estados Unidos, "libertad de expresión" significa que uno puede decir lo que se le antoje sin que el gobierno pueda penalizarlo con ningún mecanismo. En Argentina, "libertad de expresión" empieza a ser entendida como la libertad para que uno diga lo que se le antoje, siempre y cuando esté dispuesto a hacerse responsable por lo que dijo y afrontar las consecuencias; que pueden incluir un escrache presidencial por cadena nacional, una serie de ataques por parte de la prensa para-oficial, o incluso un seguimiento cercano por parte de los organismos oficiales. La "libertad de expresión" implicaría entonces que uno puede decir lo que se le antoje siempre y cuando tenga todo en regla y esté dispuesto a sobrellevar ataques a gran escala en el espacio público.

Pensaba entonces que si yo estuviese en el lugar de este pibe, me aseguraría de tener todo en orden cuando voy a Argentina; más que el ciudadano medio. Estaría preocupado si voy a entrar algún bien importado sin pagar impuestos, o comprar dólares en el mercado negro. Porque quién sabe si no va a haber alguna instrucción de seguirme de cerca para asegurarse de que cumplo con la ley y estoy por lo tanto a la altura de lo que digo.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Preguntas

No paro de leer comentarios resentidos contra los estudiantes de Harvard. Tengo la impresión de que es un resentimiento similar al que muchos expresan contra Cristina. En general la crítica es que los estudiantes hicieron preguntas impropias, producto más de su aversión al gobierno que de su vocación por pensar los problemas centrales de la Argentina. A mí las preguntas en general no me parecieron geniales. Yo esperaría más de gente que está en Harvard. Pero tampoco me parecieron desubicadas. Es cierto que son preguntas que surgen de sectores cuyas visiones son muy diferentes a las de las grandes mayorías. ¿Y? ¿Está mal preguntar por qué en Argentina hay restricción a la compra de dólares y en otros países de la región no? ¿Está mal preguntar por un crecimiento patrimonial difícil de explicar? Me gustaría ver qué preguntas proponen los que critican, a ver qué genialidad se les ocurre.

Una buena

Entre paréntesis. Para los que se quejan que veo solo lo malo. Lo de "no me corresponde como Presidenta hacer un comentario que interfiera en la política de otro país" pero "ustedes se imaginan lo que pienso" fue muy bueno. Inteligente.

Agregado

Sigo leyendo a gente muy tonta en internet repitiendo prejuicios: los que van a Harvard son todos privilegiados nenes de papá. Con la idiotez no se puede discutir.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Méritos y privilegios

Una corta, por si hace falta. Entrar a la Kennedy School de Harvard no es fácil; no al menos para la mayoría. Algunos serán hijos de familiar acomodadas y entrarán por los contactos del padre. Otros tienen que hacer una variedad de méritos (no vale la pena enumerarlos) para que un comité de admisión los elija entre cientos de personas. Eso me parece respetable. La idea de que "si vas a Harvard no podés hablar" implica igualar méritos con privilegios. Me parece mal.

sábado, 15 de septiembre de 2012

La marcha del otro día

Creo que la marcha del otro día fue un hecho positivo. Más allá de varias consignas injustas e incluso ofensivas, el tono en general fue pacífico y democrático. Nadie exigió renuncias ni cambios forzados. Hasta los kirchneristas sensatos reconocieron que es positivo para la democracia que la gente se manifieste y exprese su punto de vista. Por supuesto, siempre están los fanáticos que ven en cualquier cuestionamiento al gobierno una avanzada fascista, especialmente cuando proviene de gente de buena posición económica, pero creo que esa voz no prevaleció.

Desde el punto de vista analítico, concuerdo con quienes leen la movilización como una consecuencia de la crisis del sistema político. Ante la ausencia de alternativas electorales claras que canalicen la ideas e intereses de ciertos sectores sociales, los mismos creyeron que valía la pena tomar la iniciativa. Es un escenario potencialmente preocupante, que se debe en gran medida (pero no únicamente, como algunos creen) a la ausencia de figuras opositoras con capacidad de canalizar el descontento con el gobierno. Para una democracia, no es bueno que haya mucha gente que no se sienta representada, sea porque esa gente se impacientará y buscará formas de acción por fuera de las normas democráticos, o porque se resignará a la irrelevancia política dejando en consecuencia una sociedad y un sistema político menos vital.

jueves, 13 de septiembre de 2012

AUH

Esto realmente es muy bueno. Se actualiza el monto de la AUH y se anuncia como una medida del gobierno en favor de los que menos tienen. Réditos políticos inesperados de la inflación, habría que decir. Otra curiosidad: es mucho más redituable políticamente ajustar la AUH cada períodos largos (para que el monto sea significativo) que indexar mes a mes, aunque lo contrario sería mucho más beneficioso para quienes la reciben. Pero claro: sacrificar algo del bienestar material de los pobres es un costo aceptable por fogonear el orgullo progre.

AHU y derechos

Algunos hablan de un proceso de ampliación de derechos en la Argentina. El único ámbito donde tal fórmula tiene sentido es en el de los derechos civiles, principalmente con la habilitación del matrimonio homosexual. Nada de lo que está ocurriendo en términos sociales, por más bueno que sea, se parece a una ampliación de derechos. Por ejemplo: Cristina anuncia por cadena nacional un aumento del 26% en la AUH. En un país con alta inflación, es claro que esto no significa que quienes la reciben amplían su poder de compra 26% respecto del monto original. En realidad habría que decir: el Estado decidió corregir parte de la pérdida de valor de la AUH. ¿Por qué ese monto y no otro? ¿Por qué no una ley que ajuste el monto por inflación? Una respuesta: porque la AUH no es un derecho sino una medida que el gobierno implementa periódicamente.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Crecimiento y distribución vs. desarrollo

La siguiente es una afirmación que, creo, hasta los partidarios del gobierno compartirían: el gobierno no tiene un proyecto de desarrollo. Por desarrollo entiendo la generación de estructuras productivas competitivas y sustentables en el mediano y largo plazo. Cualquiera puede notar que los méritos del gobierno tienen que ver con cuestiones de distribución y de crecimiento: la gente, incluyendo los sectores más pobres, tiene mayor poder de compra en los últimos años. Pero estos méritos tienen un costo, precisamente, en desarrollo: con mano de obra cara y regulaciones económicas imprevisibles, la Argentina es un lugar poco atractivo para invertir e innovar. Por ahora, de todos modos, el crecimiento y la redistribución se financian mayormente con producción primaria. En consecuencia, la Argentina puede darse el lujo de crecer y redistribuir sin desarrollarse; o incluso, como parecen mostrar algunos indicadores, retrocediendo un poco en su desarrollo (reduciendo la participación de productos industriales en la producción total).

Para otro comentario queda otra cuestión importante: ¿qué crece y qué se distribuye? Según esta nota, se distribuye ingreso, no riqueza. En otras palabras: se nivela la capacidad de consumo, no las reservas de valor. Si hablamos de pautas culturales, ahí hay un tema central. Curiosamente, la Argentina es una sociedad de hiper-consumo, en la cual se ahorra y se invierte poco y casi todo el ingreso se destina al consumo.

martes, 4 de septiembre de 2012

El desarrollo, verso

Hace un tiempo comenté sobre la superficial y cada vez más fácilmente desmentible idea de que América Latina atraviesa un proceso de integración regional. Algo similar pasa con el tema del desarrollo industrial y tecnológico del país: ningún indicador objetivo demuestra que tal cosa esté ocurriendo, sino en todo caso lo contrario. El gobierno gasta guita en instalar esa idea, y quienes la acompañan son cómplices de la propaganda oficial.