En una sociedad hiper-política como la argentina, donde casi todo acontecimiento de cierta relevancia pasa a ser rápidamente interpretado en términos de las disputas políticas del momento, muy pocas cuestiones consiguen preservar su sentido por un plazo prolongado. Cuando Cristina se refirió al monopolio de la televisación del fútbol como la "desaparición" de los goles, y Estela de Carlotto adhirió a esta caracterización, la palabra "desaparecido" perdió gran parte del estatuto simbólico con el que contaba desde el terrorismo de Estado. Hoy Lanata le pegó al gobierno con su propia medicina: si desaparecidos no son solo las personas secuestradas y literalmente borradas del mundo por la dictadura, sino también los goles que la gente no puede ver hasta la medianoche, entonces también puede ser un desaparecido un periodista cuyo pasado en un determinado medio es dejado de lado. No sé si Lanata hace bien o mal en utilizar el término de este modo, pero lo cierto es que continúa una dinámica tristemente abierta por el gobierno.
Escribo esto en parte porque vi en twitter a una twittera afín al gobierno comentar que desaparecido es Julio López, no Lanata. Solo puedo estar de acuerdo si los goles tampoco son desaparecidos. Pero si incluso Estela de Carlotto acepta que lo sean, creo que las cartas ya están echadas.
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