Más allá de lo bueno y de lo malo del kirchnerismo (estoy lejos de negar cosas buenas, como la generación de empleo, las políticas redistributivas, las críticas a los medios), lo que me aburre es lo absurdo del discurso. Discursivamente, el kirchnerismo es prácticamente nulo, en el sentido de que casi nada de lo que surge de él (o sea, de Cristina, los principales funcionarios, y los intelectuales que acompañan al gobierno) se presta a la discusión y el debate. El kirchnerismo piensa a través de clichés, algunos fácilmente refutables y otros directamente carentes de conexión con la realidad. Eso hace que criticarlo sea una tarea repetitiva y carente de propósito. Digamos que es algo así como les pasa a los kirchneristas cuando leen a Majul, que sería como su espejo. Sólo queda la burla, la indignación o la resignación. La otra opción sería la "política de la verdad", o sea, convocar a la gente a romper con la gansada y buscar decir las cosas como son. Pero esto requeriría un esfuerzo, un talento y una voluntad que pocos tienen en conjunto. Mientras tanto, para los que odiamos los clichés, solo queda la alienación del mundo: "sigan repitiendo idioteces, tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo respondiéndolas".
Pero el mundo se resiste, y uno abre un blog.
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