Agrego algo a mi comentario anterior. La política del gobierno sobre Malvinas, así como el comentario de Battaglino al respecto, parecen reproducir el enfoque previo a la guerra de 1982. Este modelo fue minuciosamente analizado por Vicente Palermo (en este libro), quien argumentó que las Malvinas siempre fueron vistas como una "causa" antes que como un objetivo concreto, el de la obtención de la soberanía de las islas. Es decir: hasta 1982, cuando esa soberanía era un objetivo plausible, la política argentina sobre Malvinas se orientó más a apuntalar una forma de identidad nacional, contrapuesta al imperialismo inglés, que a obtener efectivamente la soberanía.
Me cuesta imaginar que hoy en día, con la memoria de la guerra todavía presente, la política de aislamiento de las Malvinas pueda acercar el objetivo de la soberanía. ¿Es posible que, a menos de treinta años de haber ganado una guerra, Gran Bretaña acepte negociar la soberanía? La nota de Battaglino es sintomática en ese sentido: elogia los logros de la actual política argentina, pero describe dichos logros en términos de dejar en ridículo a Gran Bretaña y fortalecer la unidad latinoamericana. Nada se dice de la potencial obtención de la soberanía, que parecería quedar como un trasfondo inalcanzable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario