miércoles, 2 de mayo de 2012

Tres opiniones sobre YPF

1) La expropiación de empresas estratégicas es un recurso legítimo y políticamente aceptable. La idea de que una medida así atenta contra la seguridad jurídica es atendible, pero debe ser evaluada en términos de costo/beneficio y no en términos de principios. Hasta ahora, no hay indicios de que la expropiación vaya a traerle perjuicios al país.

2) Los recursos naturales no tienen por qué ser "en principio" estatales. Es perfectamente lógico que los mismos sean otorgados a un privado si se considera que el mismo está en mejores condiciones de explotarlos que el estado, generando así mayores beneficios para el país. La discusión en abstracto sobre si es mejor que YPF sea estatal o privada es estéril.

3) En el debate sobre la medida prevalecen las posiciones principistas: por un lado, los que defienden la seguridad jurídica a rajatablas; por el otro, los que defienden el intervensionismo estatal a rajatablas. Muy poca atención para la coyuntura específica.

viernes, 27 de abril de 2012

Todo bien con la corrupción

Es llamativo cómo en apenas una década la sociedad argentina pasó de una indignación generalizada por la corrupción y la impunidad a una alta tolerancia por ambas. La interpretación más plausible de esta transformación es que aquella indignación era más una canalización de frustraciones socioeconómicas que un principio sustancial. Personas que hace diez años condenaban a la corrupción del gobierno de Menem como la violación de valores morales innegociables, aceptan hoy la corrupción del gobierno de Cristina como algo casi natural. Los kirchneristas lo verán como un proceso de maduración política, puesto que para ellos la corrupción es un tema accesorio frente a las cuestiones centrales. Yo lo veo como una muestra de pasividad y conformismo en una sociedad civil incapaz de pensar más allá de su bienestar cotidiano. Lo veo también como una victoria de la dirigencia política en salvaguardar y afianzar sus privilegios.

lunes, 23 de abril de 2012

No explanation

Los anti-kirchneristas se dedican a enumerar los males de que el Estado expropie. Los kirchneristas responden que la expropiación no traerá consecuencias negativas. Yo me sigo preguntando por qué se expropió. ¿Qué no estaba funcionando en la racionalidad maximizadora de beneficios del sector privado que la lógica estatal va a solucionar? Claramente, casi ninguno de los que están tan contentos con la medida tiene idea de sus costos y beneficios. Se trata de una cuestión emotiva. Y para reforzar eso nada mejor que las reacciones del gobierno español.

jueves, 19 de abril de 2012

Andate a cazar elefantes

¿Alguien entiende por qué se expropió YPF? La hipótesis de los diarios alemanes es que se hizo por la necesidad inmediata de guita (algo parecido a la estatización de las AFJP). Yo no veo ninguna explicación por parte de los kirchneristas, más allá de los ideales respecto de lo bueno que es que el Estado le saque algo a una multinacional. Hoy los muchachos de Artepolítica ponen un comentario alegando que la Argentina es el nuevo espíritu de la época, que hace temblar a las decadentes democracias europeas y norteamericanas. A mí, la falta de argumentos me hace pensar que la hipótesis de los alemanes es correcta. De ser así, tenía algo de razón el diario español que tituló en la tapa "Kirchner nos quiere robar a los españoles". El error sería que Repsol no equivale a "los españoles" en general. Tal vez la respuesta honesta (no el berretín de que los recursos naturales nos pertenecen, lo cual es la excusa para tontos) sería "sí, le robamos a Repsol, ¿y qué? Andate a cazar elefantes con el rey Rajoy".

lunes, 16 de abril de 2012

Dos preguntas

Yo apoyo la estatización de YPF porque después de leer diarios españoles le tomé bronca a España. Fuera de eso, acá van dos preguntas: 1) Si la inversión en exploración y extracción de petróleo tiene perspectivas rentables, ¿por qué Repsol no invierte?; 2) Si no tiene perspectivas rentables, ¿qué diferencia hace que pase a manos del Estado?

Me voy a dejar comentarios irritantes en las notas de El País.

jueves, 29 de marzo de 2012

Más no es necesariamente mejor

La política argentina suele manejarse en base a una idea que debería ser revisada. La idea es que si se destina más dinero a un área, este área producirá mejores resultados. Esta idea parecería ser de sentido común, en gran medida porque nuestra vida cotidiana nos expone repetidamente a la situación de querer cosas que no podemos tener por el solo motivo de que nos falta dinero. Pero más allá de los motivos, es evidente que en general los gobiernos pretender demostrar la mejoría de un área en términos de cantidad de inversión: "se destinaron tantos millones de pesos a educación", "se otorgaron tantas miles de becas de investigación", "se construyeron tantos hospitales", etc. La premisa es siempre que más es mejor.

Esta forma de razonar es bastante engañosa. Muchas veces los resultados de un área tienen que ver con su funcionamiento y no con sus recursos. Por ejemplo: si los maestros están mal capacitados, no van a mejorar porque se les aumente el salario; si el presupuesto de salud está mal distribuido para favorecer a ciertas áreas geográficas, un aumento del presupuesto total incidirá marginalmente en las áreas menos favorecidas. El punto es que si no se determinan los objetivos y se diagnostican los problemas, el aumento presupuestario puede servir para poco. Por eso, sería mejor demandar a los gobiernos resultados antes que presupuesto.

Claro que demandar resultados muchas veces es peligroso para quienes demandan más presupuesto: si yo soy un maestro mal calificado, seguramente voy a tener más interés en que aumento el presupuesto sin importar más nada, que en que alguien se ponga a averiguar por qué mis alumnos no salen bien en los exámenes. Por ese lado, el problema no está solo en los políticos sino también en la sociedad civil.

jueves, 22 de marzo de 2012

Subsidios

El otro día hablaba con un amigo que investiga el tema de los subsidios. No quiero revelar identidades, pero créanme que sabe de lo que habla. Además, lo que me dijo no es demasiado sorprendente. Dos cosas principales:

1) Cada año, los subsidios son mayores. Lógica pura: los precios generales aumentan, pero los servicios y el transporte no. Ergo: el Estado pone más plata para mantener los precios bajos. Hay entonces una carrera entre la capacidad recaudadora del Estado y el incremento de los subsidios. Lo segundo va más rápido que lo primero, lo cual significa que en los próximos años pasa una de dos, o una combinación de ambas: a) se recortan los subsidios, como ha comenzado a hacerse tibiamente; b) se buscan nuevas fuentes de financiamiento.

2) El sistema de subsidios genera situaciones "perversas". Un claro ejemplo es el de los trenes: el Estado los financia pero no está a cargo de la gestión. Eso significa que quien los gestiona no tiene, más allá de su buena consciencia, ningún incentivo para mejorar el servicio. Desde el punto de vista económico, solo tiene incentivos para reducir costos. Lo "perverso" de esto es que el Estado es de hecho el responsable de mantener el servicio, pero formalmente el responsable es "la empresa". Las consecuencias están a la vista: cuando hay problemas, nadie asume la responsabilidad.

Es común en la historia argentina sostener el crecimiento acumulando distorsiones que, cuanto más se prolongan, más difícil se hace abandonarlas, tanto económica como políticamente. Lucas Llach llama a esto "populismo": crecer hoy a costa de problemas futuros. Los kirchneristas lo piensan de otro modo: los tiempos económicos deben ir de la mano de los tiempos políticos, y no subordinarse a los mismos. El problema es que "políticamente" siempre hay buenas razones para postergar los ajustes económicos, lo que hace que, a menudo, haya que hacer todo de golpe a último momento.