viernes, 29 de octubre de 2010

Legados

Kirchner deja un legado de cosas buenas y malas. Lo bueno, en mi opinión: poner de manifiesto las potencialidades de la acción política, que ningún poder está de antemano por sobre ella, que en la política se ponen en juego valores (igualdad y justicia, tal vez los más prominentes de su gestión) y no solo cálculos y mecanismos. Lo malo, en mi opinión: el desprecio por ciertos valores (la estabilidad, la honestidad), la descalificación permanente de las voces críticas, el no afianzar prácticas e instituciones que vayan más allá de la propia gestión.

Fui muy crítico de Néstor y soy muy crítico de Cristina. No voy a dejar de serlo. Pero como a otros críticos (como a todos los que considero críticos en serio, y no meramente opositores), esta muerte me golpeó. Pasa cuando alguien se muere (no sé por qué): uno se acuerda de lo bueno, más que de lo malo.

No me gusta pensar en términos de mitos, y comparto con Vicente Palermo la preocupación de que la inevitable mitificación de Néstor impida evaluar seriamente sus legados. Yo voy a aprovechar su muerte para recordar las cosas que, a mi juicio, le aportó a la sociedad argentina, esperando que no se me olviden cuando pase este momento de dolor y las cosas vuelvan a la normalidad. Voy a desear que esas cosas buenas no queden detrás de las que, a mi juicio, le vienen haciendo daño a la sociedad.

Hay algo de común, comunitario, en la muerte. Kirchner se murió, como todos vamos a morir. Y el que se murió fue presidente de todos, así que la experiencia es más común todavía. No perdamos tiempo enojándonos con los que pensamos que lloran falsamente, o con los que no merecen llorar. La política nos exige marcar distinciones todo el tiempo, todos los días. Hoy se murió Kirchner, y tenemos la posibilidad de experimentar una tristeza común; aunque haya algunos que no estén tristes, o que estén contentos. ¿Cuál es el problema? Nuestra tristeza es nuestra igual. Como se dijo en otro blog, no perdamos la oportunidad de dejarnos abrazar.

jueves, 28 de octubre de 2010

Contrastes

Dos posturas frente a lo ocurrido. Las dos provenientes de personas críticas del gobierno. Elijan la que más les gusta. Yo ya elegí.

Los médicos de la Unidad Presidencial tuvieron clara noción de ello y pusieron todo su empeño para hacerle comprender al paciente su delicada condición. Lamentablemente, fueron desoídos. La personalidad de Kirchner no ayudó y las actitudes de una parte de su entorno político tampoco. Esa idea de que "aquí no ha pasado nada" terminó siendo letal. Néstor Kirchner sufría de hipertensión desde hacía muchos años. Tenía altos niveles de colesterol y una personalidad de tipo A que lo hacía muy vulnerable al estrés. Entre otras cosas el estrés produce la liberación de adrenalina, que, a su vez, aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y puede producir cuadros de arritmias que derivan en paros cardíacos muchas veces irreversibles
Nelson Castro

La medicina explica con todas sus sabias precisiones que Kirchner debió "cuidarse", que su cuerpo ya no podía soportar los esfuerzos de una batalla concentrada y múltiple. Pero una decisión, que no llamaría sólo psicológica sino también un ejercicio de la libertad, fue que Kirchner eligió no administrarse ni tratar su cuerpo como si fuera un capital cuya renta había que invertir con cuidado. Gastaba. Vivió como un iracundo. Ese era justamente el estilo que se le ha criticado. Tenía un temperamento, y los temperamentos no cambian. 
Beatriz Sarlo

miércoles, 27 de octubre de 2010

Aves girando en círculo

Quienes somos críticos del gobierno, lo primero que debemos tener presente en este momento es que hay mucha gente que siente afecto por Néstor Kirchner y que, más allá del análisis y las discusiones políticas, está comprensiblemente dolida por su muerte. Por lo tanto, me parece inapropiado salir con análisis críticos al gobierno a partir de esta situación. Lo que más me sorprende no es la falta de sensibilidad, sino la facilidad para asumir el papel por el cual el gobierno y sus aliados los crítican. Como bien señala otro crítico del gobierno, parecen aves girando en círculo.

martes, 26 de octubre de 2010

La muerte de Ferreyra, culpa de la oposición

Me dejó bastante sorprendido este comentario aparecido en Artepolítica, un blog en el que por lo general hay comentarios afines al gobierno desde posiciones críticas. En dicho comentario se dicen cosas como éstas:

Existen importantes sectores políticos en nuestro país, especialmente vinculados a la derecha, que entienden la política desde el lenguaje de la muerte

Elisa Carrió, Morales Solá formaban el coro que pedía a gritos un muerto. El muerto vale para ellos, en la medida que frustre un proyecto político. Su modo de entender la vida es claro. El militante que cobra entidad para ellos es el militante muerto. Allí asume un nombre quien antes fuera anónimo. La izquierda también se exalta con sus muertos porque es el único modo que encuentran de conseguir protagonismo.

El asesinato de Mariano Ferreyra surge de sectores sindicales contrarios al gobierno y se articula perfectamente con las acciones de una oposición que necesita imperiosamente que este modelo llegue a su fin para beneficiarse económicamente con la crisis y el ajuste.

Es una manera de ponerle límites al kirchnerismo. Insisto, es urgente pensar de qué modo debemos combatir y trazar estrategias frente a un contrincante de estas características sin compartir sus métodos.


La autora en ningún momento explica en qué se basa para sostener que el asesinato de Mariano Ferreyra fue perpetrado por sindicatos contrarios al gobierno. Esa explicación es indispensable, considerando que se trata de un sindicato que forma parte de la CGT, abiertamente aliada al gobierno. Asumir así nomás que en realidad es un sindicato contrario al gobierno es difícil de comprender como otra cosa que un acto de fe. Si, encima, se culpabiliza a los opositores al gobierno por inducir a este asesinato, porque se asume sin mayores explicaciones que pregonan una política de la muerte, estamos ante una brutal destrucción de la realidad. Sin ningún argumento, se asume que un asesinato que provino de un sindicato que forma parte de la CGT, aliada al gobierno, es en realidad responsabilidad de la oposición.

Sin duda hay muchos fascistas dando vuelta. Cuando el fascismo se empieza a introducir en lugares donde suele predominar la reflexión, hay motivos para preocuparse.

viernes, 22 de octubre de 2010

Militancia contra propaganda

El asesinato de Ferreyra va poniendo en evidencia distintas posiciones al interior del kirchnerismo. Pude ver posiciones claramente diferenciadas. Por un lado, en este blog, desde el progresismo, se pide que el kirchnerismo dé cuenta de lo ocurrido y se repiense a partir de lo ocurrido. Por el otro, en 678, se defiende a rajatabla al gobierno y a Moyano, se pone el énfasis en el manejo mediático del hecho, en Duhalde, y en "algunos sindicalistas" malvados. Militancia política contra propaganda política.

PD: Moyano es una pobre víctima a la que se la descalifica por ser morochito y gordito. Eso es lo que hay que resaltar al día siguiente de que una patota proveniente de un sindicato de la CGT asesina a un militante político.

jueves, 21 de octubre de 2010

Twitter y a otra cosa

Ayer en el twitter de Cristina aparecieron unas palabras sobre el asesinato de Mariano Ferreyra. Entré hoy para ver si había más comentarios que aclarasen la posición oficial sobre el tema, y me encuentro con esto:

# Han adquirido otros saberes. Diferentes pero propios. Otro país

# CFK, Que nadie les haga creer que son menos que los demás. Han sobrevivido en una sociedad que nunca les había dado una oportunidad

# María Rajoy, 22 años, jefa de hogar, Presidente Perón. “Tuve que salir a trabajar y no pude terminar el secundario, ahora lo voy a hacer”

# “Llegué hasta 2do grado. No sé leer muy bien pero entiendo los planos”. Otros saberes. “Voy a terminar el primario y a lo mejor voy por más”

# Héctor Hernando de Avellaneda, 41 años, dos hijos, albañil

# Trabajo y educación, construcción de ciudadanía al palo. Un escalón más.

# Primeros 15000 cooperativistas y familiares (d un total de 150000 cooperativistas) que no tenían primario o secundario y empiezan a estudiar

# Hoy por la tarde en Parque Norte. Un momento mágico: lanzamiento del Plan Argentina Trabaja, enseña y aprende


¿Estos son los beneficios de la comunicación sin mediaciones que propone el gobierno?

La cuestión sindical

Es bastante sabido que el populismo suele combinar lo nuevo con lo viejo, lo reformista con lo conservador. Quienes defienden esta estrategia sostienen que solo haciendo ciertas consesiones a lo viejo y a lo conservador, es posible juntar la fuerza suficiente para llevar adelante transformaciones radicales. Si para doblegar a la SRA y a los grandes medios es necesario avalar prácticas sindicales absolutamente reaccionarias, es un costo que hay que saber afrontar.

Antes de que se conozcan los pormenores del caso, creo que el asesinato de ayer debe abrir una reflexión entre el progresismo sobre los costos y beneficios de la estrategia coalicional del gobierno. Si avalar las prácticas sindicales de la CGT le dan al gobierno la fuerza suficiente para avanzar en una agenda que, en opinión de muchos, beneficia a las grandes mayorías, habrá que preguntarse si los costos que esas prácticas generan no pueden llegar a ser más altos de lo que se pensaba. En cualquier caso, será necesario recordar que en la Argentina hay una cuestión sindical no resuelta y que, hasta el momento, no parece en vías de resolverse.

martes, 19 de octubre de 2010

Nacionalizar los medios

Hagamos de cuenta que las palabras importan, que Cristina piensa con cuidado en lo que dice y que asume que sus palabras serán tenidas en cuenta. Hay quienes no estarán de acuerdo, porque piensan que lo que importa en política son otras cosas, y que las palabras no son más que parte de una estrategia en función de eso otro que sí importa. Yo, en cambio, creo que las palabras sí importan por lo que ellas dicen, y que conviene tomárselas en serio.

Cristina dijo (cito de Página/12): "sería importante nacionalizar, no estatizar, los medios de comunicación para que adquieran conciencia nacional y defiendan los intereses del país, no los del Gobierno". Cristina no dijo "sería importante que los medios de comunicación tengan conciencia nacional", dijo "es importante nacionalizar". ¿Quién llevaría acabo esta acción? Cristina aclaró que nacionalizar no implica estatizar. O sea, Cristina no está llamando a que los medios de comunicación pasen a manos del Estado, sino que está llamando a que alguien provoque que los medios defiendan el interés nacional. No se sabe muy bien quién sería el actor adecuado para esta tarea, pero si la convocatoria tiene algún sentido, es decir, si alguien se la toma seriamente y no como una consigna vacía, queda claro que sería deseable que alguien lo haga. Es decir, sería deseable que alguien provoque que los medios de comunicación defiendan el interés nacional.

¿Qué significaría que los medios "adquieran conciencia nacional y defiendan los intereses del país"? ¿En qué consistiría esta "conciencia nacional"? ¿Cómo defiende un medio los intereses de un país? Podría interpretarse que se defiende mejor el interés de un país ofreciendo información, análisis y opinión de mejor calidad, aunque en ese caso es extraño pedir "conciencia nacional" en lugar de "seriedad profesional". Es como pedirle a un zapatero que produzca mejores zapatos apelando a su "conciencia nacional"; la relación entre ambas cosas no es inexistente, pero no es tampoco inmediata. Más plausible parece entonces interpretar que por "conciencia nacional" se entiende una forma específica de producir información, análisis y opinión que defiende el interés nacional. Esto no tiene que ver con criterios de calidad o de seriedad profesional, sino más bien con consideraciones políticas: el producto debe estar hecho de tal forma que sea beneficioso para el país en su conjunto (como si el zapatero produjese zapatos azules y blancos, para afianzar el amor a la bandera).

Se sigue indefectiblemente de esto la siguiente pregunta: ¿cómo se defienden los intereses del país en su conjunto? ¿Existe tal cosa cómo los intereses del país en su conjunto? De ser así, ¿quién puede determinarlos? Si es la voluntad mayoritaria de la ciudadanía (o, en su difecto, la primera minoría), la conclusión es indefectible: el gobierno, como representante de esa voluntad, debe determinar cómo los medios producen información, análisis y opinión. Si hay algún sector particular que conoce el interés nacional mejor que el resto, este sector debería tomar esa determinación. Si el interés nacional no existe objetivamente sino que surje de las luchas políticas e ideológicas, habrá que decidir si subordinamos la producción de información al ganador de dichas luchas (en cuyo caso volvemos a la primera opción), o buscamos medios de comunicación lo suficientemente plurales y autónomos como para expresar la multiplicidad de concepciones del interés nacional que entran en juego en dichas luchas. Pero si este es el caso, no tiene sentido pedir "conciencia nacional" y "defensa de los intereses del país", ya que cada uno tendrá su propia interpretación de lo que eso significa.

Todo esto se sigue, creo, de tomar al pie de la letra las palabras de Cristina. ¿Es eso demasiado inconcebible?

viernes, 15 de octubre de 2010

Redistribuir... ¿no importa nada más?

Gargarella dice:

El dinero para el aumento de las jubilaciones está: el país es hoy mucho más desigual que hace 40 años. El dinero está ahí arriba, y lo que hay que hacer es volver a redistribuir ese dinero que hoy se permite que quede en manos de los más ricos. Lo que el gobierno debió hacer, en lugar de vetar la ley del 82%, era asegurarle un -absolutamente posible- financimiento progresista. No se trata de desfinanciar al Estado, sino de hacerle pagar más a los que más tienen.

El argumento es cierto. Digamos que hasta que no vivamos en una economía socialista, siempre va a haber posibilidades de medidas redistributibas. Hasta que todos tengan exactamente el mismo ingreso, siempre podrá decirse que es posible achicar la desigualdad quitándole a los que más tienen y dándole a los que menos tienen. Lo que me sorprende es que Gargarella, que es tan afín al pensamiento de John Rawls, dé por descontado que toda redistribución en en sí misma positiva, aún para sus supuestos beneficiarios.

Una política redistributiba no puede ser pensada al margen del sistema económico en el cual tiene lugar. En un cierto contexto, por ejemplo, aumentar los impuestos a los ricos puede generar consecuencias económicas negativas, si eso deriva en menor inversión o en el cierre de empresas. Si eso ocurre, es posible que los sectores más débiles se vean perjudicados. La desigualdad general habrá de disminuir, pero a costa de que todos (aún los más pobres) vean empeorada su situación. Un lector de Rawls debería tener esto en cuenta: disminuir la desigualdad no debe ser un objetivo por encima del bienestar de los más pobres. Por lo tanto, toda medida "progresista" debe tener en cuenta los efectos económicos generales, y no sus efectos redistributibos inmediatos.

Por supuesto, podría argumentarse que éste no es el caso, y que en la actualidad es posible una medida redistributiba como la del 82% para los júbilados, sin generar perjuicios económicos que afecten negativamente a los sectores más débiles. Pero Gargarella no aporta ningún argumento en ese sentido, asumiendo (parece) que toda medida redistributiba es de por sí beneficiosa para los más pobres y, por lo tanto, progresista.

Lo mismo que suelo criticarle a los kirchneristas: una política no puede ser considerada por fuera del contexto concreto en el que tiene lugar; una misma medida puede ser progresista o reaccionaria dependiendo de la situación en la que tiene lugar.

jueves, 14 de octubre de 2010

Dos formas de defender al gobierno

Hace un tiempo vengo identificando dos grupos diferenciados entre quienes apoyan al gobierno. Ambos grupos se diferencian por el tipo de argumento en el cual se sustenta el apoyo. El primer grupo es se apoya más en argumentos sociales y económicos, es decir, aquéllos que tienen que ver con políticas sociales. Este grupo piensa que lo que hace a este gobierno mejor que cualquier alternativa, es el hecho de que impliementa políticas progresistas claramente beneficiosas para los sectores económicamente más débiles. El segundo grupo se apoya más en argumentos ideológicos y culturales. Este grupo sostiene que la principal virtud del kirchnerismo ha sido transformar el imaginario social y dar una batalla cultural contra la hegemonía ideológica de ciertos grupos de poder.

El primer grupo (ejemplo acá) suele enfocarse en medidas como la Asignación Universal por Hijo, el aumento a los jubilados, las negociaciones salariales, etc. El segundo (por ejemplo, acá y acá), en los juicios por los crímenes de lesa humanidad, en la confrontación con los grandes medios de comunicación, y en los discursos de Néstor y Cristina. Esta distinción, claro está, no es absoluta; ambos grupos tienden a adherir a ambos argumentos. Pero creo ver una diferencia de énfasis lo suficientemente significativa como para establecer la distinción.

El primer grupo tiende a ser más analítico y concreto en sus argumentos. Suele ser más afín a los datos, al realismo político, y al conocimiento histórico y comparativo de la política. Ello lo hace algo más pacible de entrar en diálogo con quienes se definenen como opositores al gobierno, ya que sus afirmaciones tienen un cierto sustento lógico y empírico que puede ser comprendido por quienes piensan diferente.

El segundo grupo tiende a ser más emocional y retórico. Sus afirmaciones suelen estar basadas en consideraciones intelectuales o principios morales que, precisamente por ser tales, difícilmente se derivan de verdades fácticas o hechos empíricos. Para este grupo, las políticas concretas son eslavones de una batalla cultural más amplia contra la ideología dominante. Por lo tanto, el debate concreto es menos importante que las grandes definiciones y las certezas morales. Debido a ello, este grupo es poco propenso al diálogo con quienes piensan diferente, puesto que ellos suelen se considerados representantes de una ideología enemiga antes que portadores de argumentos sobre hechos concretos.

La diferenciación de ambos grupos tiende a aumentar el margen de maniobra del gobierno. Las debilidades en un aspecto pueden verse compensadas por la fortaleza en otro. Cuando la política concreta se debilita, se hace hincapié en la batalla cultural; cuando ésta no da réditos, se pone el énfasis en lo concreto. Así se hace más fácil eludir las críticas; aunque ello implique muchas veces no confrontarlas.

martes, 12 de octubre de 2010

A una exageración, otra

Con las cosas que se dicen en este país, tanto en el gobierno como en la oposición, me parece absurdo eso de pedir la renuncia de Boudou. Especialmente si ese pedido viene de la Coalición Cívica, cuyo máximo referente es una de las más fervorosas comparadoras con el nazismo de la política argentina. Si tanto le criticamos al gobierno su confrontatividad y crispación, mejor mostrar algo diferente.

lunes, 11 de octubre de 2010

Boudou y el nazismo

Me entero a través de este artículo (aunque el dato no es difícil de inferir) que la acusación de Boudou a dos periodistas de ser "como los que limpiaban las cámaras de gas durante el nazismo" no solo es tristemente exagerada, sino basada en el desconocimiento histórico, puesto que las cámaras de gas eran limpiadas por los propios judíos. Sí, ya sé, una boludés, como lo de Cristina en Frankfurt. Pero puede ser un síntoma preocupante que los funcionarios del gobierno sean tan sueltos para hablar de lo que no saben. En la política, suele ser importante ser conciente de las propias limitaciones, en especial porque a menudo es necesario saber ocultarlas.

sábado, 9 de octubre de 2010

Laclau

Ernesto Laclau es, sin duda, uno de los pensadores políticos más influyentes a nivel internacional que ha dado la Argentina. Es bastante desconcertante, para quienes estamos familiarizados con su obra, leer sus declaraciones públicas a favor del gobierno y en contra de la oposición. Tanto Emilio de Ipola como Beatriz Sarlo se han referido a ello: hay un Laclau académico, cuyo estilo es sutil y riguroso, difícil por su nivel de abstracción, y un Laclau militante, sencillo y ramplón, que utiliza consignas simples y elementales. El primero es el Laclau de los libros; el segundo, el de las entrevistas mediáticas. Son dos Laclau distintos, irreconciliables, que convergen en una misma persona.

Lo anterior no quita que, entre la obra y las posiciones políticas de Laclau, haya convergencias muy evidentes. Esas convergencias fueron bien tratadas por Beatriz Sarlo, quien fue duramente maltratada por la verborragia militante de Laclau. Lo que de todas maneras queda por explicar, es por qué Laclau se mueve entre estos dos discursos irreconciliables, por qué pasa de uno al otro con tanta simpleza. ¿Es una contradicción? Creo que no lo es.

En realidad, Laclau está asumiendo dos papeles diferentes que, sin embargo, se habilitan uno al otro. Si uno lee los libros de Laclau, y está lo suficientemente entrenado como para entenderlos, se dará cuenta de que, en su opinión, la política no se hace con reflexiones académicas, sino con afirmaciones retóricas. El análisis académico puede servir para planificar una estrategia, para así prevalecer en el conflicto. Para eso sí hace falta refinamiento, sutileza y rigurosidad intelectual. Pero una vez diseñada la estrategia, la política se hace exaltando, estigmatizando y emocionando. Y ahí, claro está, el intelectual no tiene mucho que aportar; es el momento del militante.

Laclau adhiere a una idea del intelectual según la cual el mismo piensa y teoriza en función de un proyecto político. En ese sentido, todo intelectual es, en cierta medida, también un militante. Lo que ocurre es que las tareas del intelectual son diferentes, digamos, a las del militante de base. Pero, como a Laclau le gustan las dos cosas (ser un intelectual orgánico y un militante de base), se mueve entre ambas tareas: por un lado, escribe libros sofisticados sobre cuál es la mejor estrategia para la izquierda, y por el otro, profiere frases de barricada que, según él, constituyen efectivamente la mejor estrategia.

Lo que Laclau dice en los medios no tiene nada que ver con sus escritos académicos. Son frases de barricada, que podrían provenir de cualquier militante de base. Pero tales frases están respaldadas en una teoría según la cual ellas son la esencia de la política. Entonces, siguiendo la lógica argumental de Laclau, es comprensible que, en su opinión, para intervenir políticamente haya que realizar un salto cualitativo entre el intelectual orgánico y el militante de base.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Cristina, mala intelectual

Un buen intelectual difícilmente sea un buen líder político. Un buen líder político difícilmente sea un buen intelectual. Tal vez esto indique que Cristina sea una buena líder política. Pero mejor no hacerse pasar por intelectual. Porque decir, acompañada de académicos alemanes en el marco de un convenio vinculado al pensamiento de la Escuela de Frankfurt, que la misma se creó después de la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la Guerra Fría, es vergonzoso; mucho más si tan grueso error es seguido por teorizaciones sobre la importancia de la teoría crítica.

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Qué será del anti-liberalismo?

Viendo el blog de Cristina, me doy cuenta de cuánto la Argentina se está distanciando de las formas propias de las democracias liberales republicanas. Un buen kirchnerista, claro está, aceptará esto con agrado. Los Kirchner son cada vez más sinceros respecto de su poco aprecio por las normas institucionales. En cualquier caso, si este proceso continúa, me da curiosidad cómo esta nueva modalidad anti-liberal y anti-republicana articulará los problemas políticos que vienen atravesando a occidente desde los inicios de la modernidad. Después de todo, el libertalismo y el republicanismo, si bien no han solucionado nada, son las tradiciones que vienen mostrando mayor capacidad de generar órdenes políticos relativamente estables y sostenibles. ¿Podrá la Argentina, o América Latina en general, inventar algo nuevo?

viernes, 1 de octubre de 2010

Defender a Hebe con arugmentos tramposos

Entre los medios oficialistas, y desde el blog de Aníbal Fernández, se defiende el derecho de Hebe de Bonafini a expresarse, y se equiparan sus dichos con los de Hugo Biolcati y Mariano Grondona durante la crisis del campo.

Defender el derecho de Hebe a expresarse es una falacia que devía el foco de la atención. Nadie está reclamando que se le prohíba a Hebe decir lo que piensa. Lo que se está manifestando es una preocupación por el hecho de que una persona cercana al gobierno, y en una manifestación de apoyo a una pedida impulsada por él, haya insultado a los jueces de la Corte, los haya acusado de corruptos, y haya insinuado la posibilidad de tomar el palacio de justicia por la fuerza. Se manifiesta, además, la preocupación por el hecho de que desde el gobierno se se tome distancia frente a esos dichos. Nada de ello implica una actitud contraria a la libertad de expresión; el intento por desviar la cuestión en esa dirección no hace más que confirmar dichas preocupaciones.

Tampoco violenta la libertad de expresión que alguien haya realizado una denuncia. Decir ciertas cosas es un delito y, en ese sentido, hay ciertos límites legalmente reconocidos a la libertad de expresión. Defender la libertad de expresión de alguien por sobre esos límites legales, no es otra cosa que cuestionar la autoridad de la ley. Pero si se considera que esos límites no fueron violentados, entonces no cabe más que esperar que la justicia desestime tal denuncia. Una denuncia por sí misma no violenta la libertad de expresión de nadie.

La comparación con los dichos de Biolcati y Grondona también es falaz. Biolcati y Grondona no llamaron sugirieron ninguna acción ilegal, ni acusaron a nadie de ningún delito. Sugerir que el gobierno puede terminar su mandato antes de tiempo de ese modo fue ciertamente repudiable desde el punto de vista del respeto a las instituciones, pero no es comparable con los dichos de Hebe.