sábado, 27 de abril de 2013

La ideología kirchnerista

¿Existe tal cosa como una ideología kirchnerista? Creo que sí, y que consiste en los siguientes elementos:

1) El Estado debe servir los intereses económicos de las mayorías económicamente menos pudientes.
2) La función de la izquierda es llegar al gobierno para hacer que el Estado cumpla dicha función, pero solo en la medida en que no se corra el riesgo de perder el gobierno a manos de otro sector político menos beneficioso para las mayorías económicamente menos pudientes.
3) El único principio de legitimación de un gobierno es el voto de la ciudadanía.

Todo lo que desde el kirchnerismo se dice por fuera de estos tres principios responde a posicionamientos coyunturales. Cualquier crítica que no afecte alguno de estos tres puntos lo mantiene ideológicamente inconmovible.

jueves, 25 de abril de 2013

Lorenzino

Una cosa es un gobierno que miente. Otra cosa es un gobierno que se ríe en tu cara.


domingo, 14 de abril de 2013

El debate sobre la justicia

Como suele pasar, el "debate" respecto de la reforma judicial es una confusa sucesión de consignas que impide el intercambio de argumentos. Lo que queda claro es que, como pasó con la ley de medios y otros temas, la esencia del proceso político es la siguiente. Existe un poder social o institucional que manifiesta manejos e intereses corporativos, contrarios al interés general, y que por lo tanto necesitaría ser reformado. El gobierno, que primero intenta tender vínculos con este poder tal cual es, eventualmente encuentra que estos vínculos son limitados y que, para desarrollar su plan de gobierno con mayor discreción, necesita generar poder propio. En el tema de los medios, esto significó generar una red de medios estatales y para-estatales, a la vez que se reducía el grado de concentración de los medios no alineados con el gobierno. En el tema justicia, esto significa controlar el organismo que designa y, potencialmente, remueve a los jueces.

Este mecanismo político le ha dado buenos resultados al gobierno por la sencilla razón de que a nadie le gustan los intereses corporativos. Entonces, cada vez que el gobierno justifica la necesidad de reformas, lo hace con razones convincentes y atendibles desde el punto de vista del bueno funcionamiento del Estado de derecho. Una vez que el debate se abre, la confusión sobre el contenido específico de las reformas hace que la sociedad pierda interés. Pero en una sociedad en general poco apegada a ideales republicanos, la idea de que un poder respaldado por el voto popular es en principio más legítimo que cualquier otro poder, contribuye a que las consignas del gobierno (siempre ligadas a la idea de "democratización") aparezcan como legítimas. Finalmente, en medio de una gran confusión, las reformas introducidas por el gobierno no hacen otra cosa que aumentar su propio poder. Estas reformas aparecen confusamente legitimadas bajo dos principios: 1) la necesidad de terminar con un poder corporativo; 2) la superior legitimidad del poder democráticamente electo frente a cualquier otro poder.

El argumento de que es bueno debatir la reforma judicial, como fue bueno debatir la ley de medios, es engañoso. El "debate" en estos casos no es más que una guerra de consignas, y es claro que el objetivo último del gobierno no es otro que ganar la mayor cantidad de poder posible. Un debate solo tendría sentido si la reforma convocara a especialistas y se desarrollara atendiendo aspectos técnicos. Si el objetivo no es otro que aumentar el poder del gobierno democráticamente electo, el "debate" no es otro que el de democracia vs. república, el cual es demasiado amplio y filosófico como para interesar a una parte significativa de la ciudadanía.

Finalmente, lo único que queda de estas "reformas" es que, sobre la base de algo que no funciona como debería, el gobierno avanza y aumenta su poder. El argumento sería: "como esto funciona mal, voy a limitarlo y aumentar mi capacidad de control, siendo que yo tengo legitimidad democrática y, por lo tanto, mi poder es en principio más legítimo que cualquier otro". Frente a esta lógica, las discusiones técnicas son inútiles. Lo que está en juego no es el poder judicial específicamente, ni los medios específicamente, sino la relación entre democracia, república y Estado de derecho. ¿Queremos que el poder democráticamente electo sea el mayor posible, o queremos que tenga límites? ¿Queremos que haya instituciones y grupos de la sociedad civil que, más allá de sus defectos, contrapesen al poder democrático, o preferimos que el poder democrático sea lo más amplio posible?

miércoles, 10 de abril de 2013

Periodismo sacerdotal

En Argentina, la profesión más cercana al sacerdocio debe ser el periodismo. En ambos casos, pareciese que la principal virtud es la pureza moral. En general, los principales periodistas argentinos se preocupan antes que nada por mostrar que sus dichos surgen de la integridad, la honestidad, e incluso el coraje. Pocos se preocupan por las virtudes propiamente profesionales como la coherencia argumental, el manejo de la información y la neutralidad valorativa. Como consecuencia, los debates periodísticos terminan centrándose en la persona del periodista y en su entereza moral, y no en el contenido de lo que los periodistas dicen. No se discute lo dicho sino las razones por las que se lo dice, la honestidad o deshonestidad del que lo dice, si se condice o no con lo que dijo antes, y demás. Esto a la vez refuerza la des-profecionalización del periodismo. Y finalmente terminamos en debate tras debate sobre las virtudes morales de personas que vaya a saber uno por qué nos resultan tan interesantes.

domingo, 7 de abril de 2013

Unas puntas

Todavía estoy esperando que alguien escriba algo medianamente riguroso sobre lo ocurrido en La Plata. Acá van unas puntas:

1) Los desastres naturales ocurren en todo el mundo y es imposible estar plenamente preparado para lo que pueda ocurrir. Antes de asignar responsabilidades hay que evaluar la magnitud de lo que ocurrió, sus causas, su previsibilidad e imprivisibilidad. Para eso, la opinión de los expertos es mucho más importante que la de políticos y periodistas.

2) Indignarse con el gobierno nacional es estéril. El gobierno nunca planteó la seguridad y la previsibilidad como un tema relevante en la agenda, y si algo quedó claro con la tragedia de Once es que las muertes por accidentes, aún cuando la responsabilidad estatal sea evidente, no traen costos políticos o electorales significativos. Lo importante desde un punto de vista práctico es entonces analizar por qué la sociedad argentina naturaliza y convive con este tipo de episodios. Eso de por sí explica que el gobierno adopte la misma actitud.

3) El mega-debate sobre Estado ausente vs. Estado presente, menos Estado vs. más Estado, es inútil. Mejor analizar en concreto: ¿qué debería hacer el Estado ante estas situaciones? ¿Qué nos dice esta situación en particular sobre el papel del Estado hoy en la Argnetina? Por ejemplo: ¿más Estado en Fútbol para Todos o en publicidad oficial, se justifica frente a la incapacidad de evitar muertes por accidentes?

4) Conectado a lo anterior, me pareció inteligente la propuesta de Morandini de desviar fondos de pauta oficial para ayudar a las víctimas del temporal. Es una forma concreta y políticamente productiva de abrir un debate sobre el rol del Estado, no desde grandes consignas sino desde medidas de gobierno.

jueves, 4 de abril de 2013

Ironía/solmenidad

Página/12 refleja bien la decadencia intelectual del progresismo. Tragedia en la ciudad de Macri: ironía. Tragedia en los municipios aliados al gobierno nacional: solemnidad.