sábado, 28 de enero de 2012

Debatir la re-re

Se me ocurren dos posibilidades. O bien el gobierno quiere instalar el tema de la re-reelección para eventualmente cerrarlo, buscando dar una muestra de virtuosismo republicano, o bien quiere instalarlo para efectivamente buscar dicha re-reelección. En cualquier caso, es claro que el gobierno quiere mantener el tema abierto; en caso contrario, Cristina abría dado instrucciones bien claras de que no se hable.

Más allá de las virtudes y desventajas que una reforma constitucional pueda tener para el país, creo que sería bueno que ciertos sectores de la sociedad civil, más que nada los académicos y los periodistas, comiencen a plantear un debate. Es un debate necesario porque, termine el gobierno buscando la reforma constitucional o no, el tema aparece cada vez que un funcionario se acerca al final de su segundo mandato, no solo a nivel nacional. Creo que sería bueno que la sociedad civil deje de correr siempre atrás del poder político, dando discusiones cuyos términos responden a la estrategia coyuntural de un gobierno, y pueda encarar ciertos temas con más autonomía y amplitud.

Hoy en día el tema de la re-reelección está centrado en Cristina. Pero hay preguntas más amplias que merecen atención: ¿Para qué sirve una Constitución? ¿Cuán rígida o cuán flexible debe ser? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de limitar el tiempo que un mandatario puede permanecer en el poder? Sería interesante abrir foros, convocar a juristas, historiadores, politólogos y filósofos para dar esta discusión; antes de que la disputa más Cristina vs. menos Cristina termine suprimiendo la posibilidad de pensar el tema con cierta profundidad.

jueves, 26 de enero de 2012

Mejora Plataforma

Creo que esta es la mejor carta de Platarforma 2012. A diferencia de las cartas anteriores, que planteaban una crítica totalizante del gobierno y, por lo tanto, quedaban atrapadas en la lógica anti-k vs. pro-k, la nueva carta se enfoca en plantear temas de agenda. Es un intento interesante por evitar las dos posiciones que prevalecen en la actual coyuntura política argentina: una anti-k que enfatiza lo malo y lee lo bueno como ocultando y apuntalando un mal mayor, y una pro-k que enfatiza lo bueno y lee lo malo como costos de transición hacia un bien mayor (la idea de "deudas pendientes" que Plataforma critica). Salir de esa dicotomía implica suspender el juicio totalizante respecto de si el gobierno es en general bueno o malo, y pasar a discutir su desempeño en cuestiones concretas: desigualdad, derechos humanos y poderes empresarios. Con buen criterio, a mi juicio, Plataforma sostiene que lo que se piensa sobre estos temas está demasiado condicionado por el relato del gobierno que, como suele pasar con los relatos políticos, simplifica la realidad.

domingo, 22 de enero de 2012

Un poco más Malvinas

Agrego algo a mi comentario anterior. La política del gobierno sobre Malvinas, así como el comentario de Battaglino al respecto, parecen reproducir el enfoque previo a la guerra de 1982. Este modelo fue minuciosamente analizado por Vicente Palermo (en este libro), quien argumentó que las Malvinas siempre fueron vistas como una "causa" antes que como un objetivo concreto, el de la obtención de la soberanía de las islas. Es decir: hasta 1982, cuando esa soberanía era un objetivo plausible, la política argentina sobre Malvinas se orientó más a apuntalar una forma de identidad nacional, contrapuesta al imperialismo inglés, que a obtener efectivamente la soberanía.

Me cuesta imaginar que hoy en día, con la memoria de la guerra todavía presente, la política de aislamiento de las Malvinas pueda acercar el objetivo de la soberanía. ¿Es posible que, a menos de treinta años de haber ganado una guerra, Gran Bretaña acepte negociar la soberanía? La nota de Battaglino es sintomática en ese sentido: elogia los logros de la actual política argentina, pero describe dichos logros en términos de dejar en ridículo a Gran Bretaña y fortalecer la unidad latinoamericana. Nada se dice de la potencial obtención de la soberanía, que parecería quedar como un trasfondo inalcanzable.

viernes, 20 de enero de 2012

Battaglino sobre Malvinas

Empiezo a leer esta nota de Jorge Battaglino, profesor de la Universidad Di Tella e investigador del CONICET, especialista en política exterior. A pesar de mi desconfianza respecto de la neutralidad de artículos publicados en un medio que funciona como mecanismo de propaganda gubernamental, acepto las credenciales del autor como un indicio de su autoridad en la materia sobre la que escribe: la política argentina respecto de Malvinas.

Empiezo a leer. El autor contradice mis preconceptos (no tengo más que eso, puesto que no soy especialista y no estoy informado sobre la materia) respecto de las gestiones que el kirchnerismo viene realizando respecto de Malvinas. Mi percepción es que esas gestiones no están demasiado bien encaminadas, mientras que Battaglino afirma todo lo contrario. Pienso, entonces, que mis preconceptos deben de estar errados, y continúo leyendo la explicación de Battaglino.

Luego de la afirmación inicial de que "quizás como nunca antes en la historia reciente la estrategia argentina hacia Malvinas ha rendido sus frutos", y de que "la Argentina ha desarrollado una eficaz política de regionalización de la cuestión Malvinas", el artículo no explica cuáles son los resultados concretos de esa estrategia. Por el contrario, se dedica a criticar la política exterior británica, a señalar sus inconsistencias, su cuestionable base de apoyo y las tensiones internas a las que da lugar, nada de lo cual parece ser atribuible a las gestiones argentinas. Por otro lado, se señalan el crecimiento económico de América Latina (al que se lo califica falsamente de "inmune" a la crisis europea) como un factor que favorece las gestiones argentinas, lo cual no es un mérito de dichas gestiones sino una modificación del poder relativo de las partes. Finalmente, se mencionan los beneficios de la "construcción de un pensamiento regional", al cual se lo define en términos sumamente generales, y no se explican sus efectos concretos sobre la cuestión de la soberanía. Entre todas los reproches a Gran Bretaña, nada se dice sobre la guerra de 1982 y sobre cómo los efectos de esa guerra pesan hoy en la política británica sobre Malvinas.


En definitiva, el artículo consiste en una lista de elogios a la Argentina y a América Latina, y en otra lista de reproches al Reino Unido, sin evidencias ni argumentos convincentes. Muchas credenciales, poca sustancia.

domingo, 15 de enero de 2012

Ausencia de datos, ausencia de debate

Escriben Roberto Gargarella y Maristella Svampa, gestores de la denominada Plataforma 2012:

Respecto del impacto distributivo que ha tenido la asignación universal por hijo –a la que apoyamos, reclamando una cobertura universal–, las opiniones son muy diversas, pues están aquellos que sostienen que dicha transferencia de ingresos habría producido un descenso de la desigualdad, pero también otros que señalan que la inflación existente habría neutralizado tal efecto. Además, hay quienes afirman que no hay estudios de campo que hayan verificado los resultados que se reclaman, más allá de que ésta se considere una medida con potencialidad distributiva. Sin embargo, en el campo de los datos “duros”, el problema mayor reside en la pertinaz opacidad del Estado que, al no proporcionar datos, imposibilita un debate serio y transparente sobre una cuestión no menor de nuestra sociedad.

Aquí está lo que creo que podría ser la fuente de una crítica intelectual al kirchnerismo. En un comentario anterior me referí a la distinción entre imaginarios y realidades: hay ciertas ideas de que están ocurriendo ciertas cosas que nadie sabe en qué medida se condicen con la realidad. La Asignación Universal por Hijo es un claro ejemplo: si bien es una política que responde en sus principios a una idea de igualación social, es muy poco lo que se sabe sobre su implementación y sobre sus efectos concretos en la vida de los sectores con carencias sociales. Puesto que, como bien señalan Gargarella y Svampa, el kirchnerismo ha deteriorado los elementos objetivos que permiten evaluar los resultados de sus políticas, se ha deteriorado también la calidad del debate público. Sin datos tangibles, las discusiones se terminan reduciendo a valoraciones abstractas.

Esto es, además, un punto que amerita la intervención política de los intelectuales. Puesto que por la naturaleza de su propia actividad, el intelectual tiene un compromiso con la verdad y el conocimiento de la realidad.

viernes, 13 de enero de 2012

Víctor Hugo y Clarín

Che, eso de calificar a Clarín como el poder más grande de la Argentina quedó medio anticuado, ¿o no? ¿Más que el Estado argentino? ¿Más que el partido justicialista? Hoy en día, no lo veo.

Igual, el resto de la entrevista bien.

domingo, 8 de enero de 2012

Intelectuales

La cuestión es, desde mi punto de vista, la siguiente: un intelectual (o sea, alguien que se dedica a comprender, mediante ideas y conceptos, la realidad) no puede ser un activista político (o sea, alguien que busca transformar la realidad). Ello por el siguiente motivo: comprender algo no conlleva ninguna prescripción para la acción. Comprender es una cuestión cognitiva, y actuar es una cuestión práctica. Ambas actividades corresponden a dos facultades distintas. Que ambas están relacionadas y se necesitan mutuamente es obvio. Que puedan complementarse una a la otra y formar una unidad es una fantasía; la fantasía marxista, digamos.

Los intelectuales de Carta Abierta quieren ser intelectuales militantes, pero terminan siendo militantes y no intelectuales. Esencialmente porque son estratégicos, tienen un programa político que defienden y que determina lo que dicen y dejan de decir. Enmarcan su discurso en una contienda política antes que en un compromiso irrenunciable con decir las cosas como son. Ya sé: es imposible decir las cosas como son, sin preferencias políticas que se inmiscuyan. Pero el compromiso con la verdad no presupone la existencia de verdades absolutas, sino la no subordinación de la búsqueda de verdad a otras preferencias, por ejemplo políticas.

Los intelectuales de Plataforma quieren ser intelectuales militantes, y no son ni una cosa ni la otra. Están demasiado comprometidos con la verdad como para actuar estratégicamente, como requiere la política. Pero quieren transformar esa enunciación de la verdad en un acto político, lo cual solo es posible cuando la verdad no se conoce. En la Argentina de hoy no se desconoce que los gobiernos provinciales reprimen brutalmente; lo que ocurre es que esa represión no tiene mucho impacto político. Para que tenga impacto, hace falta hacer algo más que darla a conocer: hace falta actuar. Y de nuevo: no se actúa enunciando la verdad.

El problema, como yo lo veo, no es qué posición política toman los intelectuales; el problema es que confundan su actividad con dicha posición.

sábado, 7 de enero de 2012

Mal artículo

Este artículo amaga con hacer un análisis del discurso. Después se dedica a aclarar las palabras de Cristina, como si necesitasen aclaración, y critica la reacción de "la prensa" a su operación, tomando como evidencia de esa reacción dos fragmentos de dos periodistas que afirman que la Argentina es un país imprevisible. Una calidad argumentativa que no merecería aprobar ni un seminario de licenciatura ¿Para esto necesitamos financiar becarios de doctorado por cinco años?

jueves, 5 de enero de 2012

Pensamiento crítico vs. Kirchnerismo

Me encontré con esto. ¿Qué piensan los kirchneristas?

PLATAFORMA PARA LA RECUPERACIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO

Escapar al efecto impositivo de un discurso hegemónico no es una tarea fácil. Pero es necesario y posible generar una voz colectiva que enuncie este problema y lo transforme en acto de demanda. Si algo nos define como intelectuales es pensar sobre el mundo y la sociedad en la que vivimos, poner en cuestión los problemas que nos plantea, promover el debate de ideas, intentar leer más allá de la letra manifiesta y visibilizar lo oculto, tratar de salir de la mera apariencia de los efectos para bucear en las causas que los determinan. En síntesis, sostener nuestra capacidad y conciencia crítica y manifestarla, romper el silencio, como paso imprescindible hacia un accionar colectivo y transformador. No encontramos este ánimo en algunos trabajadores del campo de la cultura, a quienes hemos respetado y queremos seguir respetando, pero que al colocarse como voceros del gobierno han producido una metamorfosis en relación con su historia y su postura crítica. Nos encontramos ante verdaderos escándalos de diferente naturaleza y calidad, que tienen como denominador común la impunidad en relación con las responsabilidades de quienes nos gobiernan. Y de manera paralela, asistimos a la construcción de un relato oficial, que por vía de la negación, ocultamiento o manipulación de los hechos, pretende investir de gesta épica el actual estado de cosas.


Javier Chocobar, Diego Bonefoi, Nicolás Carrasco, Sergio Cárdenas, Mariano Ferreyra, Roberto López, Mario López, Mártires López, Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña, Emilio Canavari, Ariel Farfán, Felix Reyes, Juan Velázquez, Alejandro Farfán, Cristian Ferreira. Vemos crecer la lista de los asesinados. Muertes que en su repetición no dejan de asombrarnos. Muertes que van cubriendo toda nuestra geografía. Muertes que, lejos de ser inocentes, marcan un encarnizamiento represivo que no puede ser negado ni atribuido a lejanas decisiones para desresponsabilizar al gobierno central. Ahora descubrimos que desde 1994 somos un país federal, y que por lo tanto las muertes dependen de las policías provinciales, o de los caciques locales. Curiosa apelación al federalismo, cuando es el gobierno nacional el que ejerce el centralismo unitario y decide de hecho los presupuestos provinciales, el que resuelve candidaturas, impone ministros y se abraza con los gobernadores casi al mismo tiempo de ocurridos los hechos.

Muchas de las últimas muertes están vinculadas a la carencia de tierra, y detrás de cada nombre hay una historia de vida que se remonta a la histórica lucha de los pueblos originarios contra el despojo del que han sido objeto. El proceso de concentración de la propiedad de la tierra y la soja-dependencia de los últimos ocho años son un correlato en el presente de aquel despojo, que el discurso oficial oculta. El “relato” hegemónico pretende imponerse sobre la materialidad y el valor simbólico de estas muertes. Efectivamente, en torno a estos y muchos otros hechos se elabora un discurso oficial que construye consensos, porque aparenta dar cuenta de una serie de necesidades sociales y reivindicaciones nacionales mientras se afianza la persistencia de lo mismo que aparenta cuestionar. Este relato disciplinador y engañoso utiliza la potencia de los recursos comunicacionales de que dispone crecientemente el gobierno para ejercer control social mediante la inducción de mecanismos alienatorios sobre las formas colectivas de la subjetividad.

Quieren aparecer como actores de una gesta contra las “corporaciones”, mientras grandes corporaciones como la Barrick Gold, Cerro Vanguardia, General Motors, las cerealeras, los bancos o las petroleras – y el propio grupo Clarín, hoy señalado como la gran corporación enemiga – han recibido enormes privilegios de este gobierno. Quieren también aparecer como protagonistas de una histórica transformación social, mientras la brecha de la desigualdad se profundiza. Y cuando la realidad se impone sobre el “relato”, los voceros oficiales y oficiosos del gobierno sostienen que se trata de “lo que falta”. Según los intelectuales reunidos en Carta Abierta, “lo que falta” sería – más allá de las “asignaturas pendientes” que estarían dispuestos a admitir – una cuestión de “imaginación política”. Y lo que es evidencia y síntoma de lo que no sólo no se transforma sino que se profundiza sería – como en el fenómeno de las placas tectónicas - algo así como restos traumáticos del pasado en el interior de un proceso transformador, que reaparecen una y otra vez. El contenido de la producción ideológica oficial se inscribe en una metodología. La discusión de ideas es sustituida por la descalificación del interlocutor y toda disidencia es estigmatizada. Trivialización del debate, bravata “intelectual”, sacralización de sus referentes con independencia de las acciones que producen, son sólo algunas de las modalidades en las que se expresa el intento de imponer un discurso único. Cuando desde los medios públicos se utiliza la denigración de toda voz crítica por medio de recortes de frases, repeticiones, burlas y prontuarización como procedimiento intimidatorio y se invalida a esas mismas voces cuando se expresan en otros medios, se produce una encerrona que por una u otra vía sólo promueve el silencio. Hoy la homogeneidad discursiva empieza a estar atravesada por algunas filtraciones que la erosionan: el relato épico ha iniciado un proceso de cierto desenmascaramiento. La asociación entre derecho de huelga y extorsión o chantaje, o la justificación de la sanción de la ley antiterrorista, serían expresiones paradigmáticas de este fenómeno. A pesar del afán disciplinador del discurso hegemónico, es nuestra responsabilidad como intelectuales y trabajadores de la cultura romper el silencio que pretende amordazar el pensamiento crítico y promover un debate transformador de los grandes problemas que plantea el presente. Es necesario. Y es posible.

Pablo Albarello, Mirta Antonelli, Bibiana Apolonia de Brutto, Norma Barros, Héctor Bidonde, José Emilio Burucúa, Jorge Brega, Manuel Callau, Ana Candiotti, Andrés Carrasco, Nora Correas, Diana Dowek, Lucila Edelman, Sandra Franzen, Roberto Gargarella, Adriana Genta, Norma Giarracca, Liliana Helman, Eduardo Iglesias Brickles, Diana Kordon, Darío Lagos, Alba Lancillotto, Adriana Lestido, Matilde Marin, Lucrecia Martel, Gabriela Massuh, Francisco Menéndez, Luis Felipe Noe, José Miguel Onaindia, Jorge Pellegrini, Derly Prada, Mabel Ruggiero, Carlos Ruíz, Alfredo Saavedra, Guillermo Saccomano, Luis Sáez, Horacio Safons, Beatriz Sarlo, Alberto Sava, Herman Schiller, Aurora Juana Schreiber, Maristella Svampa, Nicolás Tauber Sanz, Miguel Teubal, Osvaldo Tcherkaski, Yaco Tieffenberg, Enrique Viale, Dennis Weisbrot, Patricia Zangaro, Daniel Zelaya. Adhesiones a plataforma.2012@yahoo.com.ar