El otro día pensaba en la distinción entre imaginarios y realidades. Pensaba que un imaginario es la manera mediante la cual personas que no conocen una realidad se forman una representación de la misma, a partir de información fragmentaria y mediada. Una realidad, en cambio, es aquello que conocen las personas que tienen contacto directo con lo que está pasando. Esta distinción me vino a la mente a partir de varias conversaciones que tuve con personas que se sienten identificadas con el gobierno. Estas personas suelen expresar ciertas percepciones sobre cosas que están pasando, pero no pueden justificar esas percepciones, o pueden hacerlo de forma muy vaga y superficial. Estas percepciones serían "imaginarios" y no "realidades".
Venía pensando en eso y hoy me encontré con este comentario de Nicolás Tereschuk en el blog filo-kirchnerista Artepolítica. Tereschuk toma fragmentos de una entrevista a uno de los principales sociólogos argentinos, Javier Auyero, quien se especializa en temas de clientelismo, en los cuales sostiene, entre otras cosas, que "hoy los sectores populares viven peor que hace 15 o 20 años". Rompiendo con la lógica de defender el imaginario contra los embates de la realidad, Tereschuk llama a los kirchneristas a dejar de conformarse con rebatir a Mariano Grondona y a Magdalena Ruiz Guiñazú, y a tomar en cuenta las duras palabras de Auyero, así como las de otras voces calificadas. Es un pedido audaz, que puede traducirse así: dejemos de conformarnos con imaginarios, empecemos a pensar en la realidad.
Más allá de ese llamado, me quedo pensando en cómo los imaginarios suelen tener más peso que la realidad. Me quedo pensando en cómo personas cuyo conocimiento de la vida de los pobres es entre extremadamente escaso y nulo, pueden convencerse de que los pobres hoy viven mejor, en base a una política (la Asignación Universal por Hijo) cuyos alcances y méritos son todavía poco conocidos. Me quedo pensando en cuán poco importa lo que diga un especialista como Auyero (seguramente muchos ya lo estarán tildando de gorila reaccionario). Parecería que frente a un buen imaginario, poco importa la realidad.
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