jueves, 5 de enero de 2012

Pensamiento crítico vs. Kirchnerismo

Me encontré con esto. ¿Qué piensan los kirchneristas?

PLATAFORMA PARA LA RECUPERACIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO

Escapar al efecto impositivo de un discurso hegemónico no es una tarea fácil. Pero es necesario y posible generar una voz colectiva que enuncie este problema y lo transforme en acto de demanda. Si algo nos define como intelectuales es pensar sobre el mundo y la sociedad en la que vivimos, poner en cuestión los problemas que nos plantea, promover el debate de ideas, intentar leer más allá de la letra manifiesta y visibilizar lo oculto, tratar de salir de la mera apariencia de los efectos para bucear en las causas que los determinan. En síntesis, sostener nuestra capacidad y conciencia crítica y manifestarla, romper el silencio, como paso imprescindible hacia un accionar colectivo y transformador. No encontramos este ánimo en algunos trabajadores del campo de la cultura, a quienes hemos respetado y queremos seguir respetando, pero que al colocarse como voceros del gobierno han producido una metamorfosis en relación con su historia y su postura crítica. Nos encontramos ante verdaderos escándalos de diferente naturaleza y calidad, que tienen como denominador común la impunidad en relación con las responsabilidades de quienes nos gobiernan. Y de manera paralela, asistimos a la construcción de un relato oficial, que por vía de la negación, ocultamiento o manipulación de los hechos, pretende investir de gesta épica el actual estado de cosas.


Javier Chocobar, Diego Bonefoi, Nicolás Carrasco, Sergio Cárdenas, Mariano Ferreyra, Roberto López, Mario López, Mártires López, Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña, Emilio Canavari, Ariel Farfán, Felix Reyes, Juan Velázquez, Alejandro Farfán, Cristian Ferreira. Vemos crecer la lista de los asesinados. Muertes que en su repetición no dejan de asombrarnos. Muertes que van cubriendo toda nuestra geografía. Muertes que, lejos de ser inocentes, marcan un encarnizamiento represivo que no puede ser negado ni atribuido a lejanas decisiones para desresponsabilizar al gobierno central. Ahora descubrimos que desde 1994 somos un país federal, y que por lo tanto las muertes dependen de las policías provinciales, o de los caciques locales. Curiosa apelación al federalismo, cuando es el gobierno nacional el que ejerce el centralismo unitario y decide de hecho los presupuestos provinciales, el que resuelve candidaturas, impone ministros y se abraza con los gobernadores casi al mismo tiempo de ocurridos los hechos.

Muchas de las últimas muertes están vinculadas a la carencia de tierra, y detrás de cada nombre hay una historia de vida que se remonta a la histórica lucha de los pueblos originarios contra el despojo del que han sido objeto. El proceso de concentración de la propiedad de la tierra y la soja-dependencia de los últimos ocho años son un correlato en el presente de aquel despojo, que el discurso oficial oculta. El “relato” hegemónico pretende imponerse sobre la materialidad y el valor simbólico de estas muertes. Efectivamente, en torno a estos y muchos otros hechos se elabora un discurso oficial que construye consensos, porque aparenta dar cuenta de una serie de necesidades sociales y reivindicaciones nacionales mientras se afianza la persistencia de lo mismo que aparenta cuestionar. Este relato disciplinador y engañoso utiliza la potencia de los recursos comunicacionales de que dispone crecientemente el gobierno para ejercer control social mediante la inducción de mecanismos alienatorios sobre las formas colectivas de la subjetividad.

Quieren aparecer como actores de una gesta contra las “corporaciones”, mientras grandes corporaciones como la Barrick Gold, Cerro Vanguardia, General Motors, las cerealeras, los bancos o las petroleras – y el propio grupo Clarín, hoy señalado como la gran corporación enemiga – han recibido enormes privilegios de este gobierno. Quieren también aparecer como protagonistas de una histórica transformación social, mientras la brecha de la desigualdad se profundiza. Y cuando la realidad se impone sobre el “relato”, los voceros oficiales y oficiosos del gobierno sostienen que se trata de “lo que falta”. Según los intelectuales reunidos en Carta Abierta, “lo que falta” sería – más allá de las “asignaturas pendientes” que estarían dispuestos a admitir – una cuestión de “imaginación política”. Y lo que es evidencia y síntoma de lo que no sólo no se transforma sino que se profundiza sería – como en el fenómeno de las placas tectónicas - algo así como restos traumáticos del pasado en el interior de un proceso transformador, que reaparecen una y otra vez. El contenido de la producción ideológica oficial se inscribe en una metodología. La discusión de ideas es sustituida por la descalificación del interlocutor y toda disidencia es estigmatizada. Trivialización del debate, bravata “intelectual”, sacralización de sus referentes con independencia de las acciones que producen, son sólo algunas de las modalidades en las que se expresa el intento de imponer un discurso único. Cuando desde los medios públicos se utiliza la denigración de toda voz crítica por medio de recortes de frases, repeticiones, burlas y prontuarización como procedimiento intimidatorio y se invalida a esas mismas voces cuando se expresan en otros medios, se produce una encerrona que por una u otra vía sólo promueve el silencio. Hoy la homogeneidad discursiva empieza a estar atravesada por algunas filtraciones que la erosionan: el relato épico ha iniciado un proceso de cierto desenmascaramiento. La asociación entre derecho de huelga y extorsión o chantaje, o la justificación de la sanción de la ley antiterrorista, serían expresiones paradigmáticas de este fenómeno. A pesar del afán disciplinador del discurso hegemónico, es nuestra responsabilidad como intelectuales y trabajadores de la cultura romper el silencio que pretende amordazar el pensamiento crítico y promover un debate transformador de los grandes problemas que plantea el presente. Es necesario. Y es posible.

Pablo Albarello, Mirta Antonelli, Bibiana Apolonia de Brutto, Norma Barros, Héctor Bidonde, José Emilio Burucúa, Jorge Brega, Manuel Callau, Ana Candiotti, Andrés Carrasco, Nora Correas, Diana Dowek, Lucila Edelman, Sandra Franzen, Roberto Gargarella, Adriana Genta, Norma Giarracca, Liliana Helman, Eduardo Iglesias Brickles, Diana Kordon, Darío Lagos, Alba Lancillotto, Adriana Lestido, Matilde Marin, Lucrecia Martel, Gabriela Massuh, Francisco Menéndez, Luis Felipe Noe, José Miguel Onaindia, Jorge Pellegrini, Derly Prada, Mabel Ruggiero, Carlos Ruíz, Alfredo Saavedra, Guillermo Saccomano, Luis Sáez, Horacio Safons, Beatriz Sarlo, Alberto Sava, Herman Schiller, Aurora Juana Schreiber, Maristella Svampa, Nicolás Tauber Sanz, Miguel Teubal, Osvaldo Tcherkaski, Yaco Tieffenberg, Enrique Viale, Dennis Weisbrot, Patricia Zangaro, Daniel Zelaya. Adhesiones a plataforma.2012@yahoo.com.ar

2 comentarios:

  1. Para empezar, sin ser oficialista, pero teniendo cierta afinidad con el gobierno, estoy bastante de acuerdo con lo expresado por el documento, es decir correr al gobierno por lo que no se hizo y desde una posición critica, tal y como debemos hacer como cientistas sociales, ir por debajo del discurso para desenmascarar lo que no se dice (matanzas de luchadores sociales, alianzas con estrategicos grupos de poder, y una brecha que no para de crecer pese a la buena marcha de la economía, sin hablar de una inflación que pagan los que menos tienen). Pese a esto creo que dentro del espacio político Argentino no hay ningún grupo o partido en cuyas bases esten realmente estos objetivos con lo cual la carta si bien crítica con razón, no construyenada que nos permita vislumbrar que estas cuestiones puedan empezar a ser resueltas. De hecho creo que los q más se acerca a cuestionar y luchar en pos de lo que enuncia la carta son ciertos sectores del oficialismo (parte de la juventud y partidos como Nuevo Encuentro) y en parte el FAP (aunque si analizamos sus gobiernos en Santa Fe están tanto o más lejos de luchar por estos objetivos como lo está el oficialismo y ni hablar de los grupos oficialistas q nombro).
    Otra diferencia importante aparece cuando uno se detiene a leer los firmantes. Si bien ciertos intelectuales están alineados en cuanto oposciión y alejamiento de ciertos grupos (leáse Svampa, Giarraca o Noé) hay otros de los firmantes que siemrpe y en especial últimamente estuvieron demasiado cerca de ciertos grupos de poder como para que ahora los critiquen (leáse Sarlo). Esto a un día de la publicación de la carta ya provoco distanciamiento entre los firmantes con lo cual creo que seguimos sin avanzar en cuanto a una alternativa de peso al oficialismo, dado que de los firmantes que si tienen una historia de lucha que los hermnana con los objetivos de la carta, creo yo que no tienenn ningún tipo de representación política seria (obviamente descontamos a los troskos ya q no son serios) y están lejos de poder armarla, y creo que si la pueden armar va a ser con ciertos sectores hoy oficialistas.
    En cuanto a la fractura entre los firmantes antes nombrada dejo dos links donde están las explicaciones del por qué ciertos intelectuales se separaron de la solicitada a un día de firmarla (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-184867-2012-01-06.html) (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-184869-2012-01-06.html).
    De más esta decir que concuerdo absolutamente con la critica que se le hace a Carta Abierta, grupo que abandono la critica constructiva hace rato y sólo se encarga de difamar a quienes no concuerdan en vez de construir en pos de lo que supuestamente defienden, que es la tan nombrada y poco mostrada profundización del modelo, que por ahora sólo existe desde el discurso y mientras se sigan defendiendo a ciertos sectoresa agrarios, mineros e industriales, porque así lo quiere el gobierno, no se va a llevar a cabo. Esta claro que Clarin es sólo una de las corporaciones y ni siquiera la más poderosa.

    ResponderEliminar
  2. Planteás varios puntos interesantes. Algo que me intriga, sin embargo, es esta condena (bastante extendida, aparentemente) a Sarlo por apoyar a "ciertos grupos de poder" que, se entiende, serían reaccionarios. Si esa crítica se basa en que Sarlo escribe en La Nación, me parece demasiado simplista. Tal vez puedas aclararme este punto, JUTO.

    Es cierto que muchas de las posiciones que sostiene la "Plataforma" son compartidos por sectores que pertenecen al kichnerismo. También es cierto que, precisamente por esa pertenencia, esos sectores tienden a callarse y a tolerar todo; como bien señalás sobre Carta Abiera, y respecto de lo cual no veo diferencia con la Cámpora o Nuevo Encuentro. Se plantean entonces dos alternativas: apoyar a estos sectores y callarse la boca sobre lo malo, apostando a que en el largo plazo estos sectores prevalecerán y ahí sí llegará el momento de avanzar, o, como Gargarella y Svampa, pensar que hay razones más estructurales por las cuales el kirchnerismo no resuelve estos temas y que, por lo tanto, el silencio no produce más que ocultamiento. Desde mi punto de vista, los intelectuales no tienen por qué andar haciendo consideraciones de estrategia política como si fuesen activistas, sino que deben contribuir al entendimiento de la realidad. En ese sentido, creo que hay una gran confusión en la "Plataforma" al mezclar ambos niveles, el intelectual y el político, imaginando que la mera enunciación de la verdad puede ser el inicio de una política concreta. En definitiva, el viejo sueño de la izquierda de conjugar conocimiento y política.

    En definitiva, me parece que lo que puede tener de positivo esta "Plataforma" no pasa tanto por generar un movimiento político, sino más bien por instalar ciertos temas que el kirchnerismo ha sido bastante eficaz en mantener al margen de una agenda progresista y, de ese modo, del debate público en general.

    ResponderEliminar