sábado, 25 de febrero de 2012

¿Y ahora?

Como siempre, reacciones diversas por parte del kirchnerismo. Por un lado, los que son capaces de pensamiento independiente (acá y acá), reconocen lo evidente: el gobierno tiene responsabilidad en lo ocurrido, y corresponde que se haga cargo. Por el otro, los que ven en todo una confirmación de que el kirchnerismo es perfecto. Guillermo Levy, por ejemplo, culpa a Menem y a los medios de comunicación y empresarios que apoyaron las privatizaciones por lo que pasó, y afirma sin mayores aclaraciones que solo luego de esta tragedia es el momento de que el gobierno actúe en el tema de los trenes. Mi duda es si la visión de la propia Cristina se acerca más a la primera perspectiva o a la segunda, aunque sospecho que este último es el caso. Pedirle a Cristina que asuma la responsabilidad desde un kirchnerismo crítico es sin duda razonable, pero ignora que dicho reconocimiento implicaría un quiebre con la matriz ideológica del gobierno. Pues asumir que algo no se hizo bien y que el gobierno no estuvo a la altura de las circunstancias implicaría menoscabar la confianza absoluta que el gobierno reclama por parte de la ciudadanía, como condición para desarrollar políticas sin controles ni rendimiento de cuentas. En otras palabras, el problema con asumir falencias es la posible conclusión de que no es bueno que el gobierno tenga poder absoluto para obrar a discreción en cada área del Estado. Por eso, pienso que el gobierno seguirá un curso de acción más afín al kirchnerismo ortodoxo, buscando desligar su responsabilidad y señalando culpables. De ese modo, se intentará instalar la idea de que el accidente no se produjo porque el gobierno no controlase lo suficiente las condiciones del servicio de trenes, sino, por el contrario, porque no tenía poder de control suficiente para evitar que empresarios inescrupulosos lucraran poniendo en riesgo la vida de la gente. La conclusión inevitable será que el gobierno necesita más poder de control, porque solo el control absoluto permite una gestión eficaz. Si esta es, efectivamente, la línea que se adopta desde el gobierno (de lo que ya hubo un indicio al presentarse el Estado como querellante), la pregunta será hasta qué punto la sociedad aceptará un relato que tiende a neutralizar y revertir toda crítica en favor de mayor tolerancia, confianza y crédito para con él.

1 comentario:

  1. Esta tragedia sólo demuestra lo que ya sabemos, que la matriz de corrupción es la que rige los negocios del Estado, igual que en los 90´s, y que no ha cambiado en absoluto.
    en particular, todo esto a disparado algunas reflexiones... He escuchado muchas criticas por parte del kirchnerismo hacia la politica de transporte y de subsidio, que pone de relieve tal vez una posibilidad de cambio, siempre y cuando se tome la primera perspectiva que describís.(lo cual parecía ingenuo, pero dado el carácter de la tragedia y la capacidad de todos los gobiernos de actuar ante los fenómenos de manera paliativa, tal vez haya una esperanza de que se tomen medidas concretas de cambio).
    Además creo que es absolutamente necesario iniciar un camino de descentralizacion de la capital, como centro administrativo, puesto que el transporte esta colapsado, y es imposible mejorar la frecuencia (lo que si es posible es mejorar el servicio). En Brasil han sabido hacerlo con la creación de Brasilia.
    Al final, Alfonsin tenía razón.
    Pablo

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