Leo esta columna de Eduardo Grüner en Página/12. Lo primero que me llama la atención es la manera sistemática en que Grüner releva de culpa a Horacio González y a todos aquellos que lo apoyaron en su pedido de que Vargas Llosa no esté presente en la inauguración de la Feria del Libro. Lo hace señalando que el pedido fue un error "estratégico", o sea, una mala jugada en una batalla donde lo importante es prevalecer. El error de rechazar la presencia de Vargas Llosa en la Feria del Libro no consiste, entonces, en contrariar el principio democrático según el cual no corresponde restringir la capacidad de expresarse de quien piensa diferente. Por el contrario, según Grüner, el error es haberle dado una excusa a quienes piensan diferente para presentarse como defendiendo ese principio; algo que Grüner califica sin mayores explicaciones como "sandeces". No conforme con este mecanismo exculpatorio, Grüner justifica el error de González presentándolo como una trampa de la derecha. Según Grüner, González le dio demasiada importancia a la Feria del Libro porque se dejó llevar por lo que de ella hacen los medios de la derecha liberal. Error puramente estratégico, pero motivado por el mismo enemigo que de él se beneficia.
Sobre el tema que, según Grüner, habría que discutir, la relación entre literatura y política, el artículo no aporta nada, más que llamar al debate. Pero, puesto que dentro de la misma nota se señala que la importancia de la visita de Vargas Llosa no pasa por la Feria del Libro, sino por una supuesta "misión política" acompañada por "exponentes de la ultraderecha internacional" (el autor no aclara cuál es dicha misión ni quiénes son estos exponentes), no se entiende cómo sería dicho debate. Más bien, Grüner parece señalar que el error fue enfocarse en la parte literaria de la visita de Vargas Llosa, en vez de la parte política, que aparentemente es fácilmente identificable (aunque Grüner no aclara cómo). Siendo así, no hay debate necesario: una cosa es la parte literaria, y otra la parte política.
Grüner dice que hubiese sido mejor "protestar fuera de la Feria". ¿Protestar contra qué? Contra "la presencia política de toda esa gente en la asamblea de Mount Pelerin". ¿Protestar contra la presencia de gente? ¿No debe un intelectual debatir con quienes piensan diferente, en vez de protestar contra su presencia? Grüner sigue la lógica de González: hay que protestar contra quien piensa diferente. González equivocó la estrategia, pero no los principios. Se sigue que, si en otro contexto es políticamente eficaz protestar contra la expresión de un escritor que no nos gusta, es deseable hacerlo. Con ciertas ideas no se debate, sino que se protesta.
Si los intelectuales, en vez de debatir ideas sustanciales, se dedican a debatir sobre estrategias para protestar contra quienes defienden ideas sustancialmente diferentes, el espacio público seguirá siendo pobre.
Los desvaríos ideológicos que usan estos muchachos para echarle la culpa de todo a la derecha son asombrosos. Me imagino a un lector de P/12 después de leer esto diciendo "qué capo este tipo, mirá lo que escribe". En fin, en una de esas tiene razón y el enriquecimiento de los K termina siendo culpa de la derecha. Artilugios para demostrarlo veo que no le faltan...
ResponderEliminarMuy buen blog, ya lo puse entre mis favoritos.
Saludos.
Armando.
www.digitalayatollah.blogspot.com
Una justificación en ese sentido del enriquecimiento de los Kirchner fue ensayada por Diana Conti, en una entrevista televisiva, donde dijo que los Kirchner necesitaban haber acumulado una gran fortuna para protejerse de los intereses poderosos a los cuales afectan desde su gobierno. Pasa como en una guerra: la lucha justifica todo y barre con cualquier principio ético.
ResponderEliminarSaludos y gracias.