Después de casi diez años de crecimiento casi constante, se abre una nueva etapa económica (y por lo tanto política) en la que hace falta ajustar. Hasta ahora, la cuestión era siempre qué parte del crecimiento se iba a llevar cada uno. El gobierno supo manejar bien esa cuestión: permitió que quienes más tienen, y por lo tanto tienen más capacidad de presionar económica y políticamente, se llevasen la mayor parte de los beneficios. A la vez, desarrolló una política asistencial que alivió a los que menos tienen, que además de ser los que más fácilmente se conforman, son los que menos capacidad tienen para defender políticamente sus intereses. Como resultado, casi todos los sectores sociales en estos últimos años tuvieron razones para sentirse satisfechos con su situación.
Por primera vez, parecería que ya no es posible que todos sigan mejorando linealmente su situación. Cuál será la magnitud del ajuste dependerá de cuánto haya que recortar el gasto público. Lo interesante por ahora es cómo el gobierno ha encarado la primera etapa. Primero que nada, hay que decir que las críticas del tipo "recién ahora se dan cuenta de que el Estado estaba subsidiando a los millonarios", si bien legítimas, no son demasiado relevantes políticamente. Dichos subsidios seguían una lógica política, tendiente a evitar los problemas administrativos y hasta legales que pueden surgir de recortes selectivos de subsidios (como los que están teniendo lugar ahora), y a no fastidiar a la siempre demandante y orgullosa clase media porteña. Más allá de eso, criticar lo que se hace porque no se lo hizo antes es poco conducente.
Es interesante, entonces, la modalidad. Primero se cortan los subsidios a barrios donde no debe vivir casi nadie que los necesite (el "casi" es importante, porque cada perjudicado injustamente tiene derecho a protestar). A continuación se "llama a la solidaridad" a la ciudadanía: el que no necesita subsidios, que renuncie voluntariamente. El gesto es claramente un primer paso simbólico, valioso como convocatoria a la toma de conciencia; económicamente es inconsecuente. Es también un gesto legitimatorio, porque el gobierno se muestra como queriendo evitar perjudicar a los que menos tienen, y la tira la pelota a la ciudadanía para que se haga responsable. La pregunta es: ¿cuál es el siguiente paso?
Creo que, inevitablemente, se tendrá que terminar en el sistema de "el que necesite un subsidio, que lo pida". Este sistema, que ya existe en otro países (por ejemplo, en Estados Unidos), puede generar bastantes complicaciones, es especial en un país con tantas operaciones económicas informales como la Argentina. Posiblemente lo que pase es que muchísima gente solicite subsidios. Muchos casos serán situaciones dudosas, porque ¿cómo se decide quién "necesita" un subsidio y quién no? Más complicado aún: ¿cómo hace el Estado para verificar la situación económica de los que solicitan subsidios? En consecuencia: ¿cómo evitar un sistema arbitrario y distorsionado, repleto de subsidios conseguidos "por izquierda"? No tengo respuesta, pero en principio sospecho que habrá que evitar cualquier política de "caso por caso". Empezar por barrios me parece, en ese sentido, una buena idea.
En general, como tipo "progre" que soy, me parece bien que el gobierno ponga el acento en la cuestión equitativa: que el ajuste lo paguen los que más tienen. Como suelo mencionar, sin embargo, desconfío de los gestos ideológicos que no van respaldados por soluciones técnicas sustentables. El gesto ya está, me gusta, estoy de acuerdo. Ahora, a ver cómo solucionamos el problema.
Jopa, de acuerdo con lo expresado. Según la información hasta ahora, se va a aplicar el caso por caso, con declaración jurada (con una serie de preguntas que ya se pueden leer en La Nación http://www.lanacion.com.ar/1429183-el-enargas-oficializo-el-retiro-de-subsidios-a-barrios-caros) y siguiente visita de Asistenete social para comprobar la necesidad o no, más alla de los ingresos (sean estos formales o informales) con lo cual en parte se evita q quien no lo necesita lo pida. Lo que reata ver es q criterios se van a utilizar para analizar quienes necesitan los subsidios (donde se pone la vara) como para ver las reacciones de las clases medias y medias bajas. Creo que de todas formas el formulario de renuncia se va a ir enviando por barrios (de más poder adquisitivo a menos).
ResponderEliminarEl mecanismo en general me parece adecuado. Una de las claves, en mi opinión, es que haya criterios simples y fáciles de verificar. Por lo que pude ver, parece que va a ser así. Otro elemento importante sería que haya multas para quienes mientan. No vaya a ser que haya mucha gente que se tire el lance a ver si consigue algo, por las dudas.
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