sábado, 9 de abril de 2011

Cobos: ahora por mí

Cobos se sumó a la candidatura presidencial de Cristina Kirchner por conveniencia política. Esto lo sabían en su momento los Kirchner, quienes utilizaron todos los recursos disponibles para seducir a los "radicales K" y quebrar así a la UCR. Nunca hubo unidad ideológica ni convergencia programática, ni se había anticipado antes de las elecciones un aumento de las retenciones agrupecuarias. Cobos se sumó a lo que el kirchnerismo era en ese momento por un acuerdo electoral, y no al rumbo que tomó luego el gobierno.

Poco tiempo después, Cobos se encontró en un escenario inesperado, muy favorable a su carrera política. Siguió la misma lógica que lo llevó a la vicepresidencia, e hizo lo que le otorgaba mayor rédito político. El gobierno habló de traición y la militancia kirchnerista lo odió como a ningún otro. No entendieron que Cobos siguió la misma lógica de siempre, en un contexto en el cual apoyar al gobierno no parecía redituable en términos de imagen ante la opinión pública.

Se acusó luego a Cobos de usurpar el cargo de vicepresidente, de actitudes destituyentes. Cobos respondió con la Constitución Nacional: al vicepresidente lo eligen los ciudadanos con su voto, y no lo designa el Presidente. Los kirchneristas dijeron que la que había ganado la elección era Cristina, y que Cobos estaba ahí gracias a ella. Una estupidés: si acordaron que Cobos fuese vicepresidente, por algo fue, y los acuerdos hay que respetarlos, no deshacerlos retroactivamente. ¿O acaso hubo una cláusula según la cual Cobos se tenía que ir si Cristina así lo disponía? El acuerdo era de conveniencia, y cada uno se guío por su propio interés político. ¿O alguien le consultó a Cobos sobre qué hacer con la 125?

Los kirchneristas insistieron en que renunciara, en que Cristina no lo quería, en que le hace mal a las instituciones que el vicepresidente sea opositor al Presidente. No queda tan claro por qué, o en todo caso, cuál es la gran diferencia frente a todas las acciones al límite de las reglas institucionales que emprendió el kirchnerismo, por ejemplo las candidaturas testimoniales. Si Cobos se mantuvo en el cargo no fue torciendo las reglas para ajustarse al contexto político, sino lo contrario: respetando al máximo las reglas (de nuevo: la Constitución Nacional estipula que el vicepresidente surge del voto) a pesar del contexto. Tal vez su apego a las instituciones haya prevalecido sobre su conveniencia política, ya que su prolongada exposición como vicepresidente opositor al gobierno se volvió cada vez más incomprensible para el ciudadano medio.

Finalmente Cobos se baja de la candidatura. Su fracaso electoral obedece a diversas variables. Tal vez sea mejor así. Deja una trayectoria coherente como vicepresidente.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. El problema del kirchnerismo (bah, uno de los tantos) es que sólo esperan sumisión total de sus socios, esperando que estos se comporten como súbditos incondicionales.

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  2. Me parece que esa es la visión que tiene la militancia, que piensa que el kirchnerismo es algo tan bueno y tanto mejor que todo lo otro, que todos deberían responder incondicionalmente a sus intereses. Cristina sabe bien que la política es algo más que eso, y que el kirchnerismo se basa no solo en acuerdos ideológicos sino en acuerdos de intereses. ¿Hay alguna diferencia entre Cobos y Moyano? Es algo que a la militancia le molesta mucho y no sabe muy bien cómo procesar: el hecho de que la supuesta "hegemonía" kirchnerista esté atravesada por negociaciones precarias que ponen en duda la supremacía cultural que dicen tener.

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