Impresionantes las declaraciones de Martín García, director de Telam. A veces los más extremistas son los que suelen sacar a la luz con más claridad ciertas tendendencias. Y en este caso, no se trata de un tipo cualquiera, sino del encargado de dirigir la agencia pública de noticias.
No voy a entrar en el detalle de las declaraciones de García, que darían para un intenso y extenso debate. Me voy a quedar con la idea genérica de que el militante vale más que el periodistas, porque creo que es una idea muy popular hoy en día; principalmente entre los partidarios del gobierno, pero no solo entre ellos.
La idea, a grandes rasgos, sería la siguiente: el militante es un tipo consecuente con sus ideas, que se compromete y se apasiona, se muestra tal cual es y dice lo que piensa. El periodista profesional es un hipócrita, alguien que engaña pretendiendo ser neutral cuando, en el mejor de los casos, defiende sus ideas como cualquier militante, solo que sin decirlo, y en el peor, defiende sus intereses o los de quien le paga. En otras palabras, la actividad del periodista profesional es evaluada en términos políticos y, por supuesto, queda devaluada frente a la actividad propiamente política.
Esta mentalidad tiende a confundir la distinción entre géneros. La escritura y el habla transcurren en diferentes ámbitos, estructurados a través de diferentes reglas y en torno a diferentes propósitos. Nadie esperaría que un poeta, por ejemplo, siga las misma reglas al componer un poema, que un juez al momento de escribir una resolución. Nadie esperaría que un profesor universitario utilice la misma estructura discursiva que un relator de fútbol. Eso se llama género, y es en gran medida lo que distingue a las actividades humanas: la ciencia, el arte, la religión, la literatura, el derecho, la vida cotidiana, y demás.
La existencia del periodismo profesional se basa en la idea de que, en el mundo moderno, la recolección, procesamiento, difusión, y demás tareas vinculadas a la información, se ha vuelvo una tarea específica, con reglas propias que demandan cierta especialización. Estas reglas tienen que ver con la búsqueda de ciertos objetivos, como la veracidad y neutralidad de lo que se dice. Esto no tiene nada que ver con la posibilidad o no de la veracidad absoluta, o de la neutralidad absoluta. De lo que se trata es de criterios que regulen el grado de arbitrariedad que quien trabaja con la información ejerce sobre la misma. Hay, en este sentido, cierta similitud con la ciencia, que establece ciertos criterios que regulan el trabajo científico, de tal manera que la diferencia entre verdad y falsedad no dependa de cada científico.
La idea de que los militantes, es decir, aquéllos y aquéllas cuya actividad está dedicada a defender una idiología, son los mismos que deberían estar a cargo de procesar y difundir la información, implica que un determinado género no sirve y que, en realidad, está usurpando el lugar de otro. En un país tan politizado como la Argentina, es común evaluar a los demás géneros en términos del discurso político, y a menudo el artista, el periodista, e incluso el científico solo valen en la medida en la que sirven o no a una determinada causa política. De aquí a pensar que es el poder político el que debe hacerse cargo de estas tareas (algunos han dicho que ésta es una de las características del fascismo) hay un paso no muy pequeño, que muchas veces se ha tomado en la historia Argentina.
El gobierno ha venido llevando la discusión sobre los medios en tres frentes diferentes. Primero, ha defendido la necesidad de mayor pluralidad de medios, y de garantizarla mediante legislación adecuada. Segundo, ha venido acusando a los principales medios de una serie de prácticas entre ilegales e inmorales. Tercero, ha desestimando genéricamente al periodismo como profesión. Las declaraciones de García demuestran que este último frente, sin duda el menos afín a cualquier concepción republicana o pluralista sobre cómo deben estar regulados los medios de comunicación en una sociedad, tiene un peso importante dentro del gobierno.
García dice algo que sumamente contradictorio, lo cual no lo hace menos significativo. Según él, el militante, es decir, aquél cuya actividad consiste en difundir una causa, dice la verdad más que el periodista, que inevitablemente defiende intereses. Cualquiera mínimamente interesado en la verdad como tal sabe que un militante no es un proveedor de verdades, y que a menudo miente. Como remarcó Hannah Arendt, decir la verdad no está entre las virtudes de la política, y el militante que diga la verdad tendrá cada vez más problemas para defender su causa. Para sostener que el militante es el que dice la verdad, hay que sostener que la verdad es lo que es funcional a una causa. La idea no es tan descabellada, y has sido defendida por diversas ideologías autoritarias en el pasado. Pero para los que creemos que hay una cosa que es la verdad, y otra cosa diferente que es la ideología política, y que la distinción entre ambas es condición necesaria para la existencia de la democracia misma, la confusión no puede resultar más preocupante.
Javo, como militante pero tambien como persona que no cree que la ciencia pueda ser "neutral" -aunque si objetiva que es algo distinto-, no termino de entender nunca esto de la division entre ideologia y ciencia, asi como en este caso, planteas de una dicotomia entre el "periodismo profesional" y tener una postura politica. Creo que, como decis, efectivamente son campos distintos -o sea, por graficarlo, no es lo mismo un panfleto que una nota periodistica- pero eso no implica para nada ser "neutral" ni que la nota pueda no estar atravezada por algun enfoque particular por decirlo de alguna manera. No se, cuales vendrian ser para vos ejemplos de periodismo profesional y/o neutral? Que periodista no esta atravezado por un determinada ideologia? Y, sino uno lo piensa desde las "sociedades modernas", que diario, medio de comunicacion, revista, etc, no tiene determinado interes particular si es que no es directamente dirigido por un determinado grupo economico, partido politico, interes sectorial?
ResponderEliminarNo me refiero solamente a Argentina, sino lo pienso en cualquier pais. Acaso la BBC es neutral? NY Times lo es? Financial times lo es? Ser un medio estatal lo posibilita? Desde ya, que algunos son mas burdos que otros -6, 7, 8 es un ejemplo de lo mas burdo en nuestro pais claramente, mas alla de que cuente o no con un formato atractivo-, mas o menos explicitos, mas o menos manifiestos, mas o menos "profesionales", pero de ahi no desprendo que haya una neutralidad ni mucho menos.
Gonzalo, me da curiosidad tu distinción entre neutralidad y objetividad. ¿Cuál sería la diferencia?
ResponderEliminarTu pregunta es algo que aparece cada vez que toco el tema de la nautralidad. Tengo un post específico al respecto que tal vez ayude a aclarar mi posición: http://progreperonotanto.blogspot.com/2010/08/defensa-de-la-objetividad.html.
Como verás allí, yo no sostengo que existen medios totalmente neutrales. Sostengo que existen prácticas periodísticas que garantizan cierto grado de neutralidad. En ese sentido, no te diría que un medio es neutral, pero sí que algunos (BBC y New York Times son buenos ejemplos) son más respetuosos de ciertos criterios de profesionalidad periodística, que dan como resultado un cierto grado de neutralidad en las notas. Yo diría, por ejemplo, que basar una opinión subjetiva en datos objetivos (por ejemplo, una estadística) es más neutral que no basarla en nada o, peor aún, como suelen hacer los columnistas en Argentina, basarla en una interpretación distorsionada de los datos.