Dice Beatriz Sarlo:
En un círculo característico, los intelectuales se dieron a sí mismos las razones de su apoyo a Kirchner. Una síntesis de estas razones puede leerse en los documentos de Carta Abierta y sus principales cabezas, que son textos sencillos en los que se desarrollan tres temas: el regreso de la política después de la crisis; el carácter popular de la gestión social de la pobreza; el restablecimiento de una noción de soberanía nacional. Esos tres puntos obviamente no incluyen ni la corrupción institucional, ni las presiones sobre la Justicia, ni los delitos económicos, ni el gerenciamiento clientelístico de la miseria, ni el acuerdo con los representantes más típicos del caudillismo provincial o municipal y el sindicalismo mafioso (los apellidos pueden variar).
La victoria cultural se apoya precisamente en esos olvidos. No es necesario explicar que son significativos porque le dan un orden a lo que se recuerda. Al pasar por alto los rasgos mencionados se establece una jerarquía de valores: lo que importa y lo que no importa. Precisamente, restituir un lugar significativo a la política es discutir esa jerarquía que el kirchnerismo intelectual acepta como límite.
Estoy totalmente de acuerdo con la idea de que el kirchnerismo, especialmente entre sus apoyos intelectuales, ha generado y sigue generando "olvidos". Muchos temas que, anteriormente, se consideraban problemas de primer orden, incluso desde un punto de vista progresista y de izquierda, hoy en día son descalificados o bien como cuestiones secundarias, o bien como preocupaciones consevadoras. Todo esto amparado en un crecimiento económico que, salvo ante episodios alarmantes (como el asesinato de Mariano Ferreyra), torna creíble la idea de que, más allá de algunos problemas menores, "lo importante está bien".
Lo cierto es que, como señala Sarlo, la Argentina tiene una serie de problemas estructurales que este gobierno no está solucionando, y que en algunos casos está afianzando. Que estos problemas sean efectivamente secundarios, que lo fundamental pase por ahí o por otro lado, es algo que solo puede surgir del debate político. Pero ese debate, para ser productivo y no quedarse en una guerra de consignas, no puede basarse en olvidos y omisiones. Hacer de cuenta que ciertos problemas no existen o no importan, en vez de justificar el lugar que se les está dando en el actual contexto político, es una forma de desestimar el debate, y un indicio de debilidad intelectual y cortedad de mira.
La Argentina vive un buen momento económico, principalmente debido a la coyuntura internacional favorable debido a los altos precios de la soja. Cuando la economía marcha bien, es más fácil pasar por alto o tapar ciertos problemas. Pero un modelo socioeconómico se pone a prueba en los momentos difíciles, cuando los recursos para resolver las tensiones son escasos, y se pone en evidencia el mal funcionamiento de ciertos mecanismos. Aún está por verse cuáles son las capacidades del actual armado político para atravesar una coyuntura económica desfavorable. Y aún queda pendiente debatir si los problemas que este gobierno ha desestimado pueden ser prolongadamente borrados de las preocupaciones de la ciudadanía.
Entre otras omisiones deliberadas, el gobierno nunca va a reconocer que la actual coyuntura económica obedece en gran parte al contexto internacional (precios de los commodities, apreciación del real, crecimiento de la demanda de China e India, etc). Quien sabe cuanto durará esto. Sin embargo, el gobierno solo piensa en el día a día. Uno de sus caballitos de batalla es" no somos nosotros quienes haremos el ajuste". Puede que así sea, aunque esto no quita que, a este paso, lo tenga que hacer un próximo gobierno de distinto signo y en peores condiciones. Lo que pasa con el INDEC es solo un ejemplo de los costos políticos que puede implicar corregir una situación negativa profundizada a propósito durante tanto tiempo. Tengo dos temores: que el kirchnerismo no deje nunca el poder, y que cuando lo deje, lo terminemos extrañando...
ResponderEliminarEs notable como lo que ayer era progresista hooy puede ser presentado como conservador y hasta retrógrado. Solo hay que leer las declaraciones de la presidenta antes de la asunción de Nestor Kirchner. Especialmente, en lo referido a los valores republicanos, la transparencia en la política y los derechos de las provincias. Al lado suyo, Alexis de Tocqueville parecería Joseph De Maistre.,
ResponderEliminarMatias, muchos gobiernos, en especial los peronistas, se han beneficiado de dejar el poder en el momento justo; a veces gracias al ciclo democrático y otras porque los sacaron por la fuerza. Para el kirchnerismo como ideología, nada sería mejor que dejar el poder antes de que la coyuntura económica se ponga difícil, y que sus adversarios tengan que afrontar los costos de implementar medidas impopulares. Como bien decís, hacer un ajuste o no no depende solo de una preferencia ideológica, sino que hay presiones coyunturales que a este gobierno aún le ha tocado afrontar.
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