sábado, 12 de marzo de 2011

Ranking de universidades. ¿Y la UBA?

Leo esta nota en La Nación sobre un ranking de universidades publicado por el diario británico The Times. La nota cuenta que ninguna universidad latinoamericana está entre las 200 primeras, aunque cita declaraciones de los realizadores del ranking respecto de las potencialidades de universidades brasileñas. ¿Y la UBA?

En esta otra nota se toman dos opiniones. La primera, de una profesora de San Andrés e investigadora del CONICET, explica:

Nosotros [creo que se refiere a las universidades argentinas en general] no tenemos profesores full time, entonces muchos se dedican a la enseñanza y pocos a la investigación. Se debe al vaciamiento sistemático de las universidades producido en la dictadura militar, que se solapó con la política de captación activa por parte de las academias del mundo desarrollado y se siente aún hoy. Además, la investigación no fue una prioridad en la vuelta a la democracia. Hoy hay muchas universidades que son sólo enseñaderos . Tener profesores full time es muy caro y la investigación no tiene repercusiones inmediatas. No requiere sólo políticas y financiamiento por parte del estado sino también una decisión por parte de las universidades, en su criterio de qué priorizar y en qué invertir sus recursos.

La segunda es de la Secretaria de Asuntos Académicos de la UBA, que dice:

Este tipo de ránkings no evalúan cosas como la actividad de transferencia y extensión hacia la sociedad, actividades que nuestros estudiantes y docentes realizan mucho. Lo que nosotros producimos de conocimiento y es relevante para nuestras sociedades, no es relevante para ellos... La UBA tiene muchos desafíos, relacionados con los casi 300 mil alumnos que estudian allí. Uno fundamental es la permanencia y egreso de los alumnos... Los problemas de una universidad de 4000 alumnos y donde ingresan estudiantes de elite, como la de San Pablo, son muy distintos a los que pueda tener la UBA, cuyo objetivo es que cada vez más gente pueda acceder a la universidad.


Las declaraciones no son contradictorias, sino que se enfocan en dos aspectos diferentes: la primera, en la calidad de la enseñanza y la producción académica de las universidades; la segunda, en su función social. En este sentido, es cierto que el ranking mide solo lo primero, es decir, la calidad de lo que se produce y se enseña.

En mi opinión, esto último es lo que la Universidad de Buenos Aires, si aspira a ser una universidad de excelencia, debe priorizar. Primero, porque no queda muy claro que hoy en día la UBA esté siendo demasiado exitosa en graduar a un gran número de estudiantes que, de otro modo, no podrían acceder a educación universitaria. Es decir, no queda claro que la UBA tenga demasiados méritos "sociales". Segundo, porque es bueno para el país tener una universidad prestigiosa y reconocida internacionalmente. Eso es en sí mismo un bien público, y por lo tanto cumple una función social. Tercero, porque si los principales objetivos de la UBA pasan a ser "sociales" (por ejemplo, reclutar y graduar a la mayor cantidad posible de alumnos, independientemente de los recursos disponibles para ello), la calidad académica muy posiblemente se verá perjudicada, y con ella la calidad de la educación que los estudiantes reciben.

En definitiva, no me parece adecuado darle a la UBA prioridades que se apartan de los estándares internacionales. La educación y la investigación son actividades necesariamente globales, y su excelencia solo puede medirse en estos términos. Ello no implica que no pueda haber universidades con fines sociales, como los "community colleges" en Estados Unidos. Pero las instituciones de excelencia, como la UBA en cierta medida todavía los es, no deberían tener otra prioridad que esa misma excelencia. Ello es de por sí un bien social muy importante para el país.

5 comentarios:

  1. Dos opiniones al respecto. La primera, respecto al ranking elaborado por The Times (que, junto a otro elaborado en China, para bien o para mal son las principales referencias a nivel mundial). Es obvio que, con los criterios evaluados (Premios Nobel, trabajos publicados, trabajos reseñados, etc) la UBA no puede pretender estar entre las 50 o las 100 primeras. Que no esté entre las 200 primeras, ya es algo para tener en cuenta y reconocer que algo no anda bien. La reacción local a los resultados de estos rankings me parece desmedida y soberbie, y poco y nada contribuye a elevar la excelencia académica.
    Vamos a suponer que, efectivamente, la función principal de la universidad pública debe ser social. Cuáles son estas actividades de transferencia y extensión social”?. Como se miden? Como se puede afirmar que la UBA efectivamente realiza ”actividades de transferencia y extensión hacia la sociedad”?. Una vez escuche a un profesor de la UBA (olvide su nombre) decir sin inmutarse la siguiente barbaridad, palabras más, palabras menos. Sostenía que no le preocupaba la cantidad de alumnos que no se reciben, dado que, aun sin haber completado los estudios, los conocimientos por ellos adquiridos constituyen un bien social que beneficia a la comunidad. Por eso sería bueno evaluar en qué medida se cumplen estos objetivos declamados.
    Si efectivamente, otro objetivo es la permanencia y egreso de los alumnos, el fracaso de la UBA al respecto, con solo 2 de cada 10 alumnos graduados, es más que evidente. Especialmente cuando mas de la mitad de los ingresantes a la UBA provienen de escuelas privadas.
    Ocurre que hace ya muchas décadas que estos supuestos “objetivos sociales” se han vuelto un dogma muy difícil de revertír. Hace ya mucho que las autoridades educativas han decidido privilegiar el acceso irrestricto por sobre la excelencia académica. No soy un experto en políticas educativas, pero sospecho que a partir de un punto, ambos objetivos tienden a ser contradictorios.

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  2. Matías, estoy muy de acuerdo con tu comentario. Eso que decís haber escuchado decir a un profesor, se lo escuché decir hace muchos años a Tomás Varnagy, quien en ese momento era director de la carrera de ciencia política, en una clase de teoría política. Efectivamente se trata de diagnósticos genéricos imposibles de verificar, lo cual dificulta la discusión sobre los méritos de la política universitaria.

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  3. Jopa, en realidad lo que te comente lo escuche en una charla a la que asistí hace ya unos cuantos años (mas o menos 15). De Tomas Varnagy te puedo decir que, mas allá de las diferencias, me quede con un muy buen concepto de él, a pesar de haberlo tenido en pocas clases (precisamente Teoria Politica II, Catedra Borón, Carrera de Ciencia Política, primer cuatrimestre de 1998).

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  4. Seguramente Varnagy no es el único que defiende ese argumento. En cualquier caso, yo también tengo un buen concepto de él, aunque creo que forma parte de una forma de concebir la universidad con la cual estoy muy en desacuerdo.

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  5. Los comentarios invitan a revisitar el nombre del blog... sobre todo lo de "progre". Celebro la crítica hacia los lugares comunes, pero no desde un "sentido común" (también elucubrado en pasillos universitarios) que no se cuestiona las premisas de las que parte. Primero: invito a leer "La conformación de un clima cultural: neoliberalismo y universidad" de L. Rubinich al respecto.
    Allí hallarán, quizás poco esquemáticamente expuestas, pero sí problematizadas algunas de las cuestiones vinculadas con lo antedicho. 2. Vamos a discutir algunas cuestiones vertidas, cosa de no seguir en parafraseadas de "sentido común" progre (sea cuál fuere su signo). Veamos: dice Matías y, aparentemente, el profesor de teoría política de apellido francés. La cuestión de que la universidad pública (especialmente la UBA) es un engañapichanga porque en realidad sólo sirve para que sectores medios reproduzcan sus condiciones de perseverancia respecto de su posición en la estructura social ya lleva su tiempo en boca de figuras universitarias (que inluso apoyaron pasiva y activamente la reforma universitaria del '95). Parte de premisas engañosas: creer que la sociedad argentina tiene un núcleo de estratos medios solidificado y no concebir los estratos medios en términos de movilidad social. Entonces: un paso por carreras de la UBA aunque no nos den un middleclass con título, proveen al que está en la cornisa del desclasamiento (los hay, y muchos) la oportunidad de adquirir capital social (relaciones con otros tipos que quizás le ayuden a conseguir laburos, espacios, etc.) y cultural, etc. que de otro modo le hubieran sido vedados. Además, esa mascullada liberopopulista de la distinción entre "educación media privada y pública" tan tajante, esconde el hecho de que muchos de estos tipos vienen de escuelas parroquiales (privadas) que pueblan con creces Bs. As. y alrededores y sin embargo no testimonian el origen social de los propios tipos (están subvencionadas parcialmente, tienen cuotas bastante accesibles y además no exigen las credenciales de crianza cultural que colegios como el Bs. As.).
    Esto tiene que ver con la "función social" de la universidad pública argentina (y una singularidad nacional, porque no es común ver a nivel regional instituciones universitarias tan afirmadas en el imaginario social como "paraguas" para tratar de hacer equilibrio en la cuerda floja de la posición social en un país innegablemente afectado por recurrentes crisis que sacuden la estructura social).
    De todos modos, estoy de acuerdo en discutir la cuestión de la calidad de lo que pasa entre los muros universitarios... pero partiendo de nuevos criterios, no de ese sentido común mascullado por viejos universitarios que espantados por el nuevo "aluvión zoológico" de la masividad de la matrícula universitaria se refugian en argumentos pseudoelitistas que después terminan alimentando reformas nefastas como la del 95.

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