lunes, 23 de agosto de 2010

Defensa de la objetividad

En este post quiero defender la idea de objetividad. Hace tiempo que, desde programas de televisión y blogs afines al gobierno, se viene divulgando la idea de que la objetividad es un invento de los poderosos para camuflar la defensa de sus intereses particulares. En contraposición, se sostiene que todos hablamos desde una ideología, que es imposible salirse de ella, y que por lo tanto la objetividad no existe. Con mucho orgullo, quienes sostienen esta idea suelen auto-proclamarse "no objetivos", lo cual, entienden, los torna más honestos que aquéllos que disimulan su ideología bajo ideas como "objetividad", "neutralidad" o "ecuanimidad". La idea de fondo parece ser que cada uno debería sacarse la máscara de la objetividad y mostrarse como es, es decir, dando cuenta de la ideología a la cual responde.

El problema es que de la objetividad, como han notado los principales filósofos críticos de esta idea (Nietzsche, Heidegger, Arendt, Derrida), no se sale por un simple acto de voluntad. La creencia de que hay verdades que trascienden nuestro punto de vista particular forma parte de nuestra existencia y de nuestra pertenencia social; si no fuese así, la propia idea de que es posible persuadir al otro sería un absurdo. Que el agua hierve a cien grados, que algo no puede ser opaco y transparente a la vez, y que en 1982 el Ejército argentino ocupó las Islas Malvinas, son verdades asumidas por todos y, en ese sentido, son "objetivas". Sin estas verdades objetivas, no habría mundo común posible.

Claro está que estas verdades objetivas (es decir, compartidas por todos) no suelen ser suficientes para organizar nuestra vida en común. Que el agua hierva a cien grados puede ser objetivo, pero no significa nada en sí mismo, como tampoco significa mucho el hecho aislado de que, en 1982, el Ejército argentino haya ocupado las Islas Malvinas. Uno podría decir, entonces, que están esos hechos objetivos, pero que todo lo que se diga sobre ellos es ideológico, y que, por lo tanto, solo desde la ideología se pueden decir cosas relevantes para nuestra vida en común. ¿Significa ello que, más allá de los hechos, solo hay perspectivas que condicionan nuestra forma de verlos? ¿No caemos así, nuevamente, en el problema de que no hay terreno común sobre el cual fundamentar nuestras ideas, con el horizonte de ponernos de acuerdo?

Mi respuesta sería que, aún en nuestras interpretaciones de los hechos, la creencia en la objetividad de nuestros argumentos es inerradicable. Quienes dicen, haciéndose cargo de una posición ideológica, que la Sociedad Rural es una organización poco democrática por su historia de apoyo a los regímenes militares, no aceptaría que eso puede ser falso si se ven las cosas desde otro punto de vista, desde otra ideología. Si fuese así, no habría lugar para argumento alguno, sino solo para guerras de consignas. Si, de una manera u otra, todavía hay gente que considera que la propia ideología se puede defender con argumentos convincentes, es porque creen que hay en ella algo de objetivo, es decir, algo de veracidad que va más allá del punto de vista particular.

¿Qué se gana, entonces, con la supuesta honestidad de asumir la propia ideología? Si quien proclama ser objetivo oculta su posición ideológica, quien proclama no serlo, ¿no oculta la inextirpable creencia en la veracidad de lo que afirma? ¿Hay uno más honesto que el otro, o se trata de dos ocultamientos diferentes? Slavoj Zizek, uno de los principales teóricos de la ideología contemporáneos, ha afirmado que, mientras que anteriormente la creencia de estar fuera de la ideología era el mecanismo ideológico fundamental, hoy en día lo es el creer que no hay otra cosa más que ideología. Es decir, afirmar que no hay objetividad no es más que replicar el mismo gesto ideológica, el cual, como siempre, nos lleva a pensar que estamos fuera de la ideología. En este caso, ese "exterior" sería la posición de quien afirma que todos tienen una ideología. Después de todo, esa verdad sí tiene que ser objetiva, ¿o no?

Mi sospecha es que esto de negar la objetividad es una excusa para escaparle a la argumentación, a la reflexión y al acuerdo, los cuales vienen con la idea de que hay verdades que van más allá de mi posición particular. Ser objetivo no implica necesariamente hablar desde una posición de absoluta neutralidad que los demás están obligados a aceptar. También significa respetar las verdades compartidas, y buscar contemplar otras perspectivas al momento de defender la propia. En ese sentido, la objetividad no es una posición dada de antemano, sino una búsqueda orientada a encontrar verdades que trascienden la propia posición, los propios prejuicios y lugares comunes. En otras palabras, la búsqueda de objetividad es aquello que nos permite salir un poco de nuestra ideología e interactuar con otros que no la comparten.

Esto último, claro, es más complicado que plantarse en la propia ideología y repetir las verdades que de ella nos vienen dadas. Pero sin esa búsqueda de objetividad, la discusión política se vuelve imposible. No hace falta, por lo tanto, quedarse con la oposición "ser objetivo / tener una ideología". Mejor asumir que todos partimos desde una concepción ideológica de la realidad, pero que la búsqueda de objetividad nos ayuda a trascenderla.

4 comentarios:

  1. "Objetividad no equivale a tener la mente en blanco, sino más bien en reconocer nuestras propias preferencias y someterlas a un riguroso escrutinio, dispuestos a revisar o abandonar nuestras teorías en caso de que estas resultaran falsas"

    - S.J.Gould

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  2. Buen post.
    No hay nada mejor repartido que la razón,todos creen tener suficiente.
    Soy ateo militante y en el sincretismo cosmogonita dejo abierta una puertita porque,quien sabe,a lo mejor,dios existe.

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  3. Excelente entrada. O más correctamente expresado, y antes que alguien me refute (a propósito del tema de este post), quise decir "para mí" es excelente y coincido con lo escrito en esta "Defensa de la objetividad".

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